viernes, 13 de septiembre de 2013

CONSECUENCIAS PSICOLÓGICAS.

Excelente escrito sobre las consecuencias del A.S.I.


P

or francisco de los Santos el Lun 17 Jun 2013, 07:14

Quisiera, en este primer mensaje que publico en la sección Gabinete Psicológico  aportar una
primera aproximación a este grave problema de salud que supone el abuso sexual infantil,
y que en gran parte de los casos, interfiere en el adecuado desarrollo de quien lo sufre, 
repercute negativamente en su estado físico y psicológico.

La experiencia de abuso sexual infantil puede considerarse una situación extrema que, tal 
y como exponen Lazarus y Folkman (1984), suele resultar en un elevado nivel de estrés y
malestar en la gran mayoría de individuos.


Es natural que surjan dudas sobre el malestar que las personas que han sufrido abuso 
sexual infantil sufren actualmente en su vida adulta. Dudas que se reflejan en preguntas del
tipo, ¿es normal que me sienta de esta manera? ¿tengo algún trastorno psicológico? ¿podré 
llevar una vida normal?

Las consecuencias psicológicas que suelen acompañar a la vivencia del abuso sexual infantil
son frecuentes y diversas, tanto aquellas que se producen en la infancia como las que, en 
muchas ocasiones, perduran hasta la edad adulta. Los estudios constatan consecuencias que 
afectan a todas las áreas de la vida de la víctima, y que impiden hablar de un síndrome del
abuso sexual infantil. Los trabajos publicados al respecto demuestran la no existencia 
de un patrón único de síntomas, así como la presencia de una extensa variedad de 
síntomas en estas víctimas, e incluso la ausencia total de síntomas en algunas de ellas, 
impidiendo establecer un síndrome que defina y englobe los problemas emocionales, cognitivos
y sociales que se relacionan con la experiencia de abuso sexual.

Son diversos los autores que constatan la existencia de víctimas asintomáticas, 
estableciéndose que entre un 20 y un 30% de las víctimas de abuso sexual infantil 
permanecerían estables emocionalmente tras esta experiencia (López,1994). Sin embargo, 
estas víctimas podrían llegar a presentar problemas posteriormente, configurando los llamados
efectos latentes del abuso sexual infantil.

Habría que considerar por un lado las consecuencias psicológicas iniciales, y por 
otro las consecuencias psicológicas a largo plazo:


Los indicadores psicológicos del abuso sexual infantil o consecuencias iniciales, son aquellos 
efectos que suelen situarse en los dos años siguientes al abuso y que, por tanto, suelen 
encontrarse presentes en la infancia y la adolescencia. Si bien muchos de los efectos iniciales 
del abuso sexual infantil pueden perdurar a lo largo del ciclo evolutivo, algunos de ellos se 
minimizan o desaparecen, especialmente al llegar a la edad adulta, e incluso pueden 
desarrollarse exclusivamente en determinados periodos evolutivos. Como se obtiene de los 
estudios presentados seguidamente, el abuso sexual infantil se relaciona con sintomatología 
que afecta a distintas área de la vida de la víctima.


Problemas emocionales

Dentro de este apartado se encuentran algunos de los problemas de tipo internalizante, 
siguiendo la categorización de Achenbach (1991), más frecuentemente observados en víctimas
de abuso sexual infantil. Destaca por su elevada frecuencia en estos menores la sintomatología 
postraumática, con una prevalencia situada cerca de la mitad de las víctimas. También se 
observan síntomas de ansiedad y depresión (entre un 4 y un 44% en varones y entre un 
9 y un 41% en mujeres víctimas de abuso sexual infantil, Ackerman et al., 1998); así 
como baja autoestima, sentimiento de culpa y de estigmatización (entre un 4% y un 41%, 
respectivamente para Mannarino & Cohen, 1986 o Tebutt et al., 1997). La ideación y/o la 
conducta suicida se da en un elevado número de casos como muestran los trabajos de 
Garneski y Diekstra (1997) (un 37,4% de las mujeres y un 50% de los varones) y Martin, 
Bergen, Richardson, Roeger y Allison (2004) (un 29% de las víctimas mujeres y un 50% de los 
varones).

Problemas cognitivos y de rendimiento académico
Entre estos problemas destaca la afectación de la capacidad de atención y concentración, 
con una frecuencia de sintomatología hiperactiva de entre el 4% y el 40% de las víctimas 
(Mannarino & Cohen 1986; Ackerman et al., 1998; respectivamente).


Problemas de relación
Una de las áreas que suele quedar más afectada en víctimas de abuso sexual infantil es la 
relación social con iguales y adultos, ya sean pertenecientes a la familia o desconocidos, dada 
la ruptura que la experiencia de abuso sexual implica en la confianza de la víctima. Como 
ejemplo de esta afectación, destacar el estudio de Oates, Forrest y Peacock (1985) en el que 
un 43% de las víctimas de abuso sexual manifestaron tener pocos amigos, en comparación con 
el 11% de los menores no víctimas.



Problemas funcionales
Dentro de este grupo se encuentran aquellas consecuencias del abuso sexual infantil que 
representan dificultades en las funciones físicas de la víctima. Destacan los problemas de sueño 
(en un 56% de los casos, según Mannarino & Cohen, 1986), la pérdida del control de esfínteres 
(18% de los casos según Mannarino & Cohen, 1986), y los problemas de alimentación (en un 
49% de los casos según Swanston et al., 1997).



Problemas de conducta
Cabe añadir algunos comentarios a los problemas de conducta que presentan las víctimas de 
abuso sexual infantil, dada la elevada frecuencia con la que se observan.

Conducta sexualizada
La presencia de conductas sexualizadas, también denominadas comportamientos erotizados, 
es uno de los problemas más frecuentes en víctimas de abuso sexual infantil, siendo 
tomada habitualmente como un indicador de marcada fiabilidad para su detección. Como 
ejemplo, en la revisión de Bromberg y Johnson (2001), los autores indican que la conducta 
sexualizada es 15 veces más probable en menores víctimas de abuso sexual que en no 
víctimas. Sin embargo, estas conductas no son exclusivas de las víctimas de abuso sexual y 
pueden producirse por otros motivos diferentes la experiencia de abuso como son la 
vivencia de otras experiencias de carácter violento (ser víctima de maltrato físico o 
testigo de violencia familiar) o las actitudes familiares respecto al sexo, entre otras.


Por otro lado, algunos autores han confirmado que las conductas sexualizadas en la infancia 
parecen relacionarse con conductas promiscuas y embarazos no deseados en la adolescencia
(Fiscella, Kitzman, Cole, Sidora, & Olds, 1998), aumentando el riesgo de revictimización en 
etapas posteriores. La prostitución en víctimas de abuso sexual infantil menores de edad es 
también uno de los problemas relacionado con el área de la sexualidad encontrado por 
algunos autores, especialmente en determinados países asiáticos y latinoamericanos (Cusick, 
2002). En general destaca, como afirma Barudy (1993), el rápido y prematuro crecimiento con 
que las víctimas de abuso sexual infantil se desarrollan a nivel de su sexualidad, contrastando 
con las dificultades que presentan para crecer en el plano psicoafectivo y relacional.


Conformidad compulsiva

Crittenden y DiLalla (1988) propusieron la existencia de un patrón de conducta específico, 
denominado de conformidad compulsiva, utilizado por algunas víctimas de malos tratos, 
abuso sexual y negligencia para acomodarse a su situación y poder sobrevivir, física y 
psicológicamente a ésta. Los autores definen esta estrategia como la presencia de un 
comportamiento conformista y vigilante en los niños y niñas víctimas de malos tratos, que
reduce el riesgo de comportamientos hostiles y violentos por parte de sus agresores y aumenta
la probabilidad de interacciones agradables con ellos. En el estudio, las víctimas de abuso sexual
fueron aquellas que presentaban un mayor nivel de conformidad compulsiva. No obstante, 
si bien los autores inicialmente abogan por el efecto adaptativo de esta estrategia, también 
alertan del riesgo que implica si se generaliza al resto de relaciones interpersonales de la 
víctima, como suele suceder en casos de abuso sexual infantil.

Conducta disruptiva y disocial

En el extremo opuesto, algunos autores han obtenido una elevada frecuencia de conductas de 
carácter disruptivo y disocial en víctimas de abuso sexual infantil, incluidas dentro de la 
denominada sintomatología externalizante según la categorización de Achenbach (1991), 
especialmente en víctimas de sexo masculino (Romano & De Luca, 2001). Los autores 
difieren en las frecuencias obtenidas para este tipo de conductas en víctimas de abuso 
sexual, oscilando entre el 2% indicado en el estudio de Mannarino y Cohen (1986) para 
ambos sexos; y el 25,3% para mujeres y el 58,4% para varones en el trabajo de Garnefski y 
Diekstra (1997).

Consecuencias psicológicas a largo plazo
Las consecuencias psicológicas que se han relacionado con la experiencia de abuso sexual 
infantil pueden perdurar a lo largo del ciclo evolutivo y configurar, en la edad adulta, los 
llamados efectos a largo plazo del abuso sexual. También es posible que la víctima no 
desarrolle problemas aparentes durante la infancia y que éstos aparezcan como problemas 
nuevos en la edad adultez (Beitchman, Zucker, Hood, DaCosta, Akman, & Cassavia, 1992).


Se habla de efectos a largo plazo cuando éstos se encuentran a partir de los dos años 
siguientes a la experiencia de abuso (Browne & Finkelhor, 1986), presentándose 
aproximadamente en un 20% de las víctimas de abuso sexual infantil (López, 1994). 
Los efectos a largo plazo son, comparativamente, menos frecuentes que las 
consecuencias iniciales, sin embargo el abuso sexual infantil constituye un importante factor 
de riesgo para el desarrollo de una gran diversidad de trastornos psicopatológicos en la 
edad adulta. La información actualmente disponible tampoco permite establecer en esta 
etapa un único síndrome específico, o conjunto de síntomas diferenciados, asociado a la 
experiencia de abuso sexual, afectando éste a diferentes áreas de la vida de la víctima; 
así como no permite confirmar la existencia de una relación determinística entre la 
experiencia de abuso sexual infantil y la presencia de problemas psicológicos en la edad 
adulta, existiendo múltiples variables que parecen incidir en esta relación (Browning & 
Laumann, 2001). Por otro lado, es importante destacar la dificultad que entraña el estudio 
de estos efectos, principalmente por su interacción con otro tipo de factores relacionados con 
el paso del tiempo (López, 1993), si bien la mayoría de estudios siguen constatando una 
relación directa entre la experiencia de abuso sexual y el posterior desarrollo de problemas
psicológicos (véase por ejemplo, Nelson, Heath, Madden, Cooper, Dinwiddie, Bucholz et al., 
2002).

Algunos autores constatan una peor salud mental general en víctimas de abuso sexual 
infantil, con una mayor presencia de síntomas y trastornos psiquiátricos (Peleikis, 
Mykletun, & Dahl, 2005). Otros estudios, realizados con víctimas de malos tratos 
infantiles, incluyendo el abuso sexual, confirman una probabilidad cuatro veces mayor 
de desarrollar trastornos de personalidad en estas víctimas que en población general (Johnson,
Cohen, Brown, Smailes, & Bernstein, 1999).

Se han agrupado en los apartados siguientes las distintas problemáticas a largo plazo que
la bibliografía ha encontrado presentes con mayor frecuencia en víctimas de abuso sexual
infantil.

Problemas emocionales

Dentro de este apartado destacan, por su presencia en gran parte de las víctimas de abuso 
sexual infantil, los trastornos depresivos y bipolares (véase por ejemplo, Cukor & McGinn,
2006); los síntomas y trastornos de ansiedad, destacando por su elevada frecuencia el 
trastorno por estrés postraumático (por ejemplo, Filipas & Ullman, 2007); el trastorno 
límite de la personalidad (Murray, 1993); así como las conductas autodestructivas (negligencia
en las obligaciones, conductas de riesgo, ausencia de autoprotección, entre otras) 
(Rodriguez-Srednicki, 2001); la baja autoestima (por ejemplo, Whealin & Jackson, 2002), 
las ideas suicidas e intentos de suicidio (véase, Oates, 2004) y las conductas autolesivas 
(Klonsky & Moyer, 2008).

Problemas de relación
El área de las relaciones interpersonales es una de las que suele quedar más afectada, 
tanto inicialmente como a largo plazo, en víctimas de abuso sexual infantil. Destaca la 
presencia de un mayor aislamiento y ansiedad social, menor cantidad de amigos y de 
interacciones sociales, así como bajos niveles de participación en actividades comunitarias
(por ejemplo, Abdulrehman & De Luca, 2001). También aparecen dificultades en la crianza de 
los hijos, con estilos parentales más permisivos en víctimas de abuso sexual al ser comparados 
con grupos control, así como un más frecuente uso del castigo físico ante conflictos con los 
hijos y una depreciación general del rol maternal (Roberts, O’Connor, Dunn, Golding, & 
ALSPAC, 2004).

Problemas de adaptación social
Kaufman y Widom (1999) constataron, mediante un estudio longitudinal (1989-1995), el 
mayor riesgo de huida del hogar que presentaban las víctimas de maltrato infantil, entre 
ellas, de abuso sexual infantil, en comparación con un grupo control. A su vez, la conducta 
de huida del hogar, así como el haber sufrido abuso sexual infantil, incrementaban el riesgo 
de delinquir y de ser arrestado por delitos diversos.

Problemas funcionales
Son diversos los estudios que demuestran la frecuente presencia de trastornos de la conducta
alimentaria en víctimas de abuso sexual infantil, especialmente de bulimia nerviosa (Polivy 
& Herman, 2002); así como síntomas y trastornos disociativos (Startup, 1999), referidos a 
aquellas situaciones en las que existe una alteración de las funciones integradoras de la 
conciencia, la identidad, la memoria y la percepción del entorno (APA, 2000).

Problemas sexuales
Browning y Laumann (2001) defienden que la sexualidad desadaptativa es la consecuencia 
más extendida del abuso sexual infantil, no obstante, destacan la no existencia de una 
relación causal entre la experiencia de abuso sexual infantil y el desarrollo de este problema,
si bien el abuso sexual infantil actuaría como un importante factor de riesgo a tener en 
cuenta. Otros estudios también han confirmado la frecuente presencia de problemas de 
tipo sexual en víctimas de abuso sexual infantil, como una sexualidad insatisfactoria y 
disfuncional, una mayor tendencia al mantenimiento de relaciones sexuales sin protección,
a presentar conductas sexuales promiscuas, un precoz inicio de la sexualidad y un mayor 
número de parejas sexuales y de riesgo de VIH (Senn, Carey, & Vanable, 2008).

Revictimización
La revictimización, implica la experiencia posterior de violencia física y/o sexual en víctimas 
de abuso sexual infantil por agresores distintos al causante del abuso en la infancia 
(Maker, Kemmelmeier, & Peterson, 2001). Si bien son diversos los estudios que han 
mostrado el riesgo de revictimización que presentan las víctimas de abuso sexual 
infantil, las revisiones realizadas destacan las enormes diferencias existentes entre los 
porcentajes de revictimización obtenidos por los diversos estudios, oscilando entre un 16%
y un 72%, según las definiciones y las muestras utilizadas (Messman-Moore & Long, 2003; 
Roodman & Clum, 2001).

Transmisión intergeneracional
Las revisiones realizadas sobre la hipótesis de la transmisión intergeneracional del maltrato, 
es decir, la hipótesis de la reproducción del maltrato de padres a hijos, confirman su 
posible existencia (Green, 1998), aunque los autores constatan la enorme variabilidad en l
os porcentajes entre diversos estudios. Centrado en el tema del abuso sexual infantil, 
se han obtenido cifras de la posible transmisión intergeneracional situadas entre el 20% 
y el 30% de los casos (Glasser, Kolvin, Campbell, Glasser, Leitch, & Farrelly, 2001; Oates, 
Tebutt, Swanston, Lynch, & O’Toole, 1998), si bien la controversia sobre esta posible 
consecuencia del abuso sexual sigue existiendo y los resultados de las diversas investigaciones 
no pueden considerarse definitivos.


A modo de conclusión, me gustaría recalcar la no existencia de un patrón único de síntomas 

presentes en las víctimas de abuso sexual infantil, así como que no en todos los casos tiene 
lugar, o se desencadena un trastorno psicológico. Si bien, es importante, dada la gravedad 
de la experiencia, y las variables a tener en cuenta relacionadas con la tipología de abuso,
considerar las posibles repercusiones que ha podido tener tanto en la infancia como en la vida 
adulta. 

Un cordial saludo
Francisco de los Santos Hurtado


Psicólogo Clínico y Educacional 

Master en Inteligencia Emocional e Intervención en Emociones y Salud

Colegiado nº M-21270

miércoles, 4 de septiembre de 2013

EL DARSE CUENTA...

Me he dado cuenta que con el tiempo aprendes a ver los pequeños o grandes progresos que haces en tu vida después de revelar que fuiste abusada sexualmente...

Creo firmemente que lo que más me ayudó en este proceso de sanación fue ¡HABLAR!... Hablar mucho sobre lo que me sucedió poco a poco me quitó un inmenso peso de encima, una carga pesada que arrastraba desde que tenía unos 3 años de edad mas o menos... Muchos creen que hablaba por maldad, por joderle la vida a unos cuantos, pero no es cierto hablaba porque cada vez que lo hacía se aligeraba mi carga, hablaba porque era un secreto que ya no podía seguir callando, era el secreto familiar del que todos debíamos avergonzarnos, pero que todos creían que sólo yo era quien debía avergonzarme... 

NO, yo era y soy la que menos vergüenza debía y debo sentir porque yo no hice nada, no dañé a nadie, ni siquiera callé, al contrario, hablé muchas veces pero no fui escuchada, no se me prestó la debida atención...

Siempre existirán los pendejos que dicen ¡Ya, olvídalo ¡Ya pasó! y un sin fin de cosas más. Es cierto pasó, pero jamás se olvidará. Nadie olvida, somos capaces de perdonar, no guardar rencor, pero no de olvidar... Aprendemos a vivir con eso y realmente nos damos cuenta de que llega un recuerdo pero ya somos capaces de decir !Si, así fue, así pasó, eso ocurrió! pero y qué?? Ya no me jode más, ahora soy capaz de decirme a mi misma ¡Continua, sigue, adelante! 

Me he dado cuenta de que soy feliz lejos de muchos, lejos de los que me creyeron culpable, lejos de los que no me apoyaron, ni a mi, ni a mi hija. 

Me he dado cuenta de que sigo siendo imperfecta, sigo cometiendo errores, sigo cayendo, pero ahora puedo levantarme rápidamente y continuar, para seguir siendo feliz y hacer feliz a los que si creen en mi... 

Me he dado cuenta de que hay muchos detrás de mi, o a mi lado que guardan mucho más dolor del que antes tuve yo... 

Me he dado cuenta que hay quienes siguen con su vida esperando una absolución que tal vez nunca les llegue...

Me he dado cuenta que las heridas sanan, que las cicatrices pueden ser visibles o no pero ya las miramos sin desprecio...


Me he dado cuenta de que me falta mucho por andar, pero ahora seré capaz de afrontar y enfrentar el abuso que sufrí sin pena ni dolor...


Hoy me he dado cuenta que da igual lo que la gente piense de mi...