Heterosexualidad,
homosexualidad, pederastia y paidofilia, términos que, mal usados,
siembran desinformación y confusión; para hablar sobre abuso sexual
infantil es preciso ponerlos en claro.
Mónica Flores Lobato
Heterosexualidad: es la atracción sexual de una persona hacia otra del
sexo opuesto. Entre 94 y 86 por ciento de la población mundial es
heterosexual. Dicha preferencia no es síntoma de anormalidad o de
enfermedad alguna: los heterosexuales no deben ser discriminados por su
preferencia sexual, como lo marca el artículo primero de la Constitución
mexicana vigente.
Homosexualidad: es la atracción sexual de
una persona hacia otra de su propio sexo. Entre seis y 14 por ciento de
la población mundial no es heterosexual. Dicha preferencia sexual no es
síntoma de anormalidad o de enfermedad alguna. Los homosexuales no deben
ser discriminados por su preferencia sexual, como lo marca el artículo
primero de la Constitución mexicana vigente.
EL PEDÓFILO O PAIDÓFILO
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales
vigente (DSM IV), el pedófilo es un individuo que fantasea, se siente
excitado o atraído sexualmente hacia menores de 13 años por un periodo
de al menos seis meses. Según la Asociación Americana de Psiquiatría, la
mayoría son hombres. El pedófilo puede ser heterosexual, homosexual o
bisexual. Sentir esa atracción no es un delito, pero los especialistas
recomiendan que quien la siente busque ayuda psicológica o psiquiátrica,
ya que ese deseo, con el tiempo, puede salirse de control y traducirse
en una acción de abuso sexual contra un menor. “Lo que lleva a un
pedófilo a la acción es un pobre control de impulsos. Hay una función
cerebral que se da en los lóbulos frontales donde se ejerce el control
de impulsos. Cuando no hay uno adecuado, se deja ir el impulso de manera
incorrecta”, afirma la doctora Rosalía Fernández y de la Borbolla,
médica cirujana con especialidad en psiquiatría, maestría en
neurociencias por la Universidad de Barcelona, además de psicoanalista y
pionera en educación sexual en México.
Con el tiempo, es
probable que algunos pedófilos den el paso a pederastas, como lo publicó
un estudio realizado en la Clínica de Comportamiento Sexual de la
Universidad de Toronto en el 2002, pues encontró que 44 por ciento de
los pedófilos estudiados se volvieron pederastas al entrar al rango de
edad que va de los 40 a los 70 años, aunque es importante subrayar que
no todos los pederastas son necesariamente pedófilos. Así lo afirma
Michael C. Seto, autor de varios libros sobre abuso sexual y profesor
asociado de la Facultad de Psiquiatría de la Universidad de Toronto, en
el Annual Review of Clinical Psychology de 2009: “Muchos pedófilos no
han tenido ningún contacto sexual con niños y tal vez la mitad de los
agresores sexuales de niños (pederastas) no coincidirían con el criterio
diagnóstico para pedofilia”.
EL PEDERASTA
El pederasta es
un adulto (o alguien con una ventaja de cinco años o más respecto al
infante) que abusa sexualmente de un menor de edad. Cualquier
acercamiento sexual hacia un menor, en cualquiera de sus formas
—tocamientos, besos, exhibicionismo, desnudez, juegos eróticos forzados,
hasta sexo oral o penetración—, es considerado un abuso sexual y está
tipificado como delito. “El delito es tener cualquier acercamiento de
índole sexual con niños, sin importar si la preferencia sexual del
abusador es de tipo heterosexual u homosexual”, afirma Luis Perelman,
especialista en sexología educativa y presidente de la Federación
Mexicana de Educación Sexual y Sexología (Femess).
Podría
pensarse que las personas que se sienten muy atraídas hacia niños no
encontrarán atractivas o no tendrán relaciones sexuales con personas
adultas, pero sólo el siete por ciento, según publicó en su página de
internet la organización Child Molestation Prevention, son pedófilos
exclusivos (que sólo se sienten atraídos por menores). El 93 por ciento
pertenece a la categoría de pedófilo no exclusivo: se sienten atraídos
por personas menores y adultas; en muchos casos, tienen pareja o están
casados.
DETONADORES CULTURALES
En un perfil sobre
pedofilia —realizado por un experto del departamento de Psiquiatría del
hospital Johns Hopkins para la publicación Mayo Clinic Proceedings de
abril de 2007—, se citan diversas fuentes científicas que confirman que
la pederastia “no es necesariamente sinónimo de pedofilia” y que afirman
que “el abuso sexual infantil no es un diagnóstico médico” que implique
discapacidad mental. “No es una patología que amerite justificarlo, el
pederasta es una persona con juicio y que debe responder de sus actos”,
dice David Barrios, médico y psicoterapeuta sexual, director de
Caleidoscopía (espacio de cultura, terapia y salud sexual), y añade que
“son excepcionales los casos que pueden atribuirse a alguna afección
cerebral o patología clínica”. Barrios destaca como principales factores
detonantes del abuso sexual contra infantes elementos de índole
cultural. “En nuestras culturas hay, por un lado, un machismo
exacerbado, y parte de ese machismo, que incluye a los clérigos
católicos, por cierto, consiste en ejercer un poder sobre los demás,
particularmente sobre menores. A los hombres, en esta cultura, se nos ha
educado para tomar lo que queremos”. También lo atribuye a un ejercicio
irresponsable del poder, punto en el que coincide Perelman.
El reverendo Lawrence Murphy en 1960. El 22 de abril un fiscal
estadunidense acusó a Benedicto XVI de proteger a Lawrence, por
pederastia.
Barrios afirma que desde una figura de poder
cualquier pederasta puede incluso “sin amenazas físicas lograr que un
menor se someta”. Para Berenice Mejía-Iturriaga, psicoanalista, doctora
en Ciencias Sociales y catedrática de la Facultad de Psicología de la
UNAM, “aunque el abusador reciba de alguna manera ‘el consentimiento
explícito o implícito del menor’, es al adulto a quien va primeramente
dirigida la prohibición de gozar de un menor”.
EL PODER ENVUELTO EN SOTANAS
Para Mejía-Iturriaga, la Iglesia es una estructura de poder que goza de
por sí de privilegios legales, económicos y de impunidad, y que ofrece
la posibilidad de que un sujeto se sostenga “en posición de superioridad
porque tiene ‘un saber sobre el otro’, aduciendo que él posee la
verdad, porque habla en nombre de Dios (…). Eso puede facilitar el
sometimiento, la manipulación y el abuso en general de quienes le
depositan al sacerdote una autoridad incuestionable; pero no significa
que todos los sacerdotes vayan a abusar de ese poder”.
José
Rodríguez, periodista español experto en temas religiosos, realizó una
investigación para obtener conclusiones estadísticas sobre la conducta
sexual del clero católico que publicó en su libro La vida sexual del
clero, de Ediciones B (1995). Sus cálculos fueron hechos con datos de
España, Inglaterra y Canadá y “la metodología empleada fue analizada y
dada por correcta por el doctor Juan Manuel Cornejo, jefe del
departamento de Metodología de la Facultad de Psicología de la
Universidad de Barcelona”, según una nota complementaria. Rodríguez
encontró que entre los sacerdotes en activo, “95 por ciento de ellos se
masturba y 60 por ciento tiene relaciones sexuales”. Dentro del grupo
con vida sexual activa, “53 por ciento prefieren mujeres adultas y 21
por ciento varones adultos”. Esto significaría que 74 por ciento de los
religiosos con vida sexual activa no cometen delitos contra menores…
quedando 26 por ciento que sí entra en la categoría de pederastas. Según
Rodríguez, siguiendo con las estadísticas del grupo sexualmente activo,
“14 por ciento tiene algún acercamiento sexual con menores varones y 12
por ciento con menores mujeres”. Es importante hacer énfasis en un dato
que el gran público (esto es, los no especialistas en sexología) pasa
por alto a la hora de sacar conclusiones: “El hecho de que un pederasta
cometa abusos contra un menor varón no significa que su preferencia
sexual sea homosexual, lo único que indica es que está ejerciendo una
relación de poder de tipo sexual sobre una víctima que se encuentra
dentro de su dominio”. Esto mismo sucede en cárceles, ejército,
internados o incluso familias. “En 26 años de carrera he atendido a
muchos niños que han sido objeto de abuso por heterosexuales”, porque
los pederastas abusan principalmente “de infantes cercanos a ellos”.
LAS VÍCTIMAS
Se calcula que uno de cada cuatro mujeres sufrió algún tipo de abuso
sexual en la infancia y en hombres, uno de cada 11. Según diversas
fuentes citadas en el texto dedicado al perfil del pedófilo del Mayo
Clinic Proceedings, “los niños que sufrieron abusos experimentan mayor
daño psicológico cuando el abuso proviene de una figura paterna
(vecinos, sacerdotes, maestros) o involucra fuerza y/o contacto
genital”.
Según datos oficiales de EU, 27 por ciento de los
pederastas son familiares y se estima que en ese país sólo uno de cada
20 casos de abuso es reportado; en países como el nuestro (donde hay que
sumar la desconfianza que la población tiene hacia el sistema judicial)
la cifra puede ser mayor. “Las consecuencias para el niño o niña son
terribles porque puede vivir en su vida adulta una sexualidad llena de
culpa, vergüenza o temor”, afirma Fernández y de la Borbolla. Subraya
que “se le debe creer al niño”, así como crear puentes de comunicación y
confianza para que pueda expresarse sin miedo. Para Perelman la
sociedad ha operado como facilitadora para los abusadores, “porque
propiciamos que no se hable de sexo y hablar de sexo es vergonzoso… ese
es un clima perfecto para el abusador. Seguramente esto ha sucedido
durante mucho tiempo, pero sólo hasta ahora, cuando comienza a haber un
clima de mayor apertura, más y más gente está verbalizando y saliendo a
denunciar estos abusos”.
TRATAMIENTO PARA PEDERASTAS
La
Cámara de Diputados —faltando la ratificación ante el Senado— ha
tipificado por primera vez en el Código Penal federal a la pederastia
como delito, con penas de nueve a 18 años de cárcel a quien cometa abuso
sexual contra niños, inhabilitando al agresor por el mismo tiempo para
ocupar cargos públicos y ejercer su profesión. La socióloga
Mejía-Iturriaga no considera saludable para la sociedad que los
pederastas religiosos tengan privilegios ante una ley laica. “Todas las
personas son ciudadanos de un Estado y por lo tanto son sujetos
jurídicos. Si alguien comete un delito debe ser sancionado por la ley.
Suponer que un pederasta religioso es una excepción lo coloca entonces
fuera de la ley y eso implicaría que la ley vale sólo para algunos”.
Independientemente de que sea procesado y purgue una pena como dicta la
ley, existen tratamientos clínicos para pederastas (en algunos países
son obligatorios) que elevarían las probabilidades de éxito en la
prevención de reincidencia. “Fundamentalmente hay dos enfoques
terapéuticos para pederastas, uno tiene que ver con procesos de
psicoterapia para que no vuelva a ocurrir. Eso está sujeto a una
valoración constante del terapeuta que se compromete a seguir el
proceso”, afirma Barrios.
El segundo enfoque terapéutico
consiste en tratamiento farmacológico que a su vez puede ser de dos
tipos, ambos enfocados a inhibir el deseo sexual impulsivo. Los explica
Barrios, experto mexicano en ese tema: “Uno es la castración terapéutica
a partir de hormonales antiandrógenos. La testosterona es el principal
factor biológico que promueve el impulso. Evidentemente en un pederasta
ese deseo está alterado. Entonces se mandan inhibidores de la
testosterona”. El otro esquema de tratamiento “que también ha dado
buenos resultados, tanto en pederastas como en agresores de adultos, es
el de inhibidores de la recaptura de la serotonina. Usualmente los
empleamos los médicos como antidepresivos, pero en estos casos tienen
como objetivo modular el impulso y ha dado buenos resultados”.
Respecto a los niños que han sufrido abuso, dice Fernández y de la
Borbolla: “Algunos lo superarán y podrán tener una vida sexual
placentera y sin miedos, pero generalmente se queda esta parte del temor
hacia una relación con intimidad”. Los expertos coinciden en la
importancia de que los sobrevivientes de abuso sexual infantil busquen
algún tipo de psicoterapia. “Se puede salir adelante. Queda la herida,
pero hay muchas formas de seguir adelante”, concluye Perelman.
Tomado de: http://www.facebook.com/AccuseYourAbuser?ref=ts&fref=ts
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