domingo, 1 de abril de 2012

GUÍA SOBRE VIOLENCIA SEXUAL

El abuso sexual infantil es más extenso y numeroso de lo que frecuentemente se cree, no está circunscrito a determinadas zonas o sectores socio-económicos. Por otro lado, el abuso sexual es un riesgo latente y cercano a la niña, niño o adolescente ya que el abusador puede vivir en la misma casa o barrio, o bien laborar en el Centro educativo de acogida de la posible víctima. Además de sus efectos traumáticos, existe el riesgo de que el abuso sexual genere un efecto de réplica, es decir, que se repita en las víctimas o que éstas se conviertan en abusadoras en el futuro. 



Existen muchas maneras de definir el abuso sexual infantil, pero en todas hay dos elementos característicos: la coerción y el de la diferencia de edad o de poder entre agresor y víctima.

“Los contactos e interacciones entre un niño y un adulto, cuando el adulto (agresor) usa al niño para estimularse sexualmente, él mismo, al niño o a otra persona. El abuso sexual también puede ser cometido por una persona menor de 18 años, cuando ésta es significativamente mayor que el niño (la víctima) o cuando (el agresor) está en una posición de poder o control sobre otro menor”.

Una definición más global del abuso sexual de niños y niñas podría ser “contactos o interacciones entre un niño y otro niño de más edad o con más experiencia, o un adulto (un extraño, hermano o persona en posición de autoridad como padre o apoderado) cuando el niño está siendo usado como un objeto de satisfacción de un niño de más edad, o para las necesidades sexuales de un adulto. Estos contactos o interacciones se llevan a cabo contra el niño, usando la fuerza, el engaño, sobornos, amenazas, intimidación o presión”

Los abusos sexuales no son sucesos aislados; generalmente ocurren a lo largo de mucho tiempo, meses o años. Sin embargo, el silencio y el secreto que rodea a estas experiencias permiten que se sigan repitiendo, y hacen pensar que son casos raros. Por eso es tan importante que se hable de la existencia de los abusos sexuales y se les reconozca como un problema social que se debe abordar.

  ¿En qué formas se presentan los abusos?

Como comportamientos abusivos indirectos o acciones que no suponen un contacto sexual: palabras obscenas, relatos sexuales, someterles a mirar pornografía, observarles vestirse o desvestirse o cuando están en el baño, orinando, etc., hacerles mostrar sus genitales o mostrarles los suyos, tomarles fotografías solos o en grupos, ejecutar actos sexuales frente a ellos o ellas, o hacer que otros los ejecuten.

Como abusos sexuales directos que involucran contacto corporal: besos eróticos, tocamientos y masturbación del niño o niña en diferentes áreas del cuerpo, especialmente en las erógenas; someterles a exámenes médicos innecesarios; hacer que la niña o niño acaricie a la persona adulta, le masturbe o practique el sexo oral. Rozar con el pene el cuerpo del niño o niña para buscar excitación; penetración en el ano o vagina con el pene, dedo u otros objetos.
  
                               ¿Cuál es la incidencia?
Es prácticamente imposible conocer la incidencia real del este abuso debido a diversas razones:
• Se estima que la proporción de casos que no son revelados es mucho mayor que la cantidad de casos que salen a la luz.
• Un gran número de víctimas no revelan nunca la experiencia o lo hacen sólo después de mucho tiempo, por lo que el delito puede haber prescrito.
• Las familias o los responsables de denunciar no lo hacen ni recurren a atención profesional.
• No existe un sistema de registro o base de datos centralizada de la información, lo que dificulta conocer el número real de casos existentes, y no permite realizar una intervención adecuada y proporcional al número de situaciones reales.
• Esta situación no sólo impide conocer la incidencia del abuso en el país, sino que tampoco permite conocer el número real de ofensores existentes y aumenta la impunidad ante un delito tan grave.
  


 ¿Quiénes son las víctimas de estos tipos de abuso sexual?
Las víctimas de este abuso son niñas y niños con edades que pueden variar desde muy pequeños (menores de tres años) hasta adolescentes, de todas las clases socio-económicas, grupos étnicos, que habiten en áreas urbanas o rurales y con diversidad de facultades, tanto físicas como mentales. La mayoría de las niñas y los niños que están siendo abusados no se lo cuentan a nadie porque creen que la gente va a pensar que no es verdad. A veces desconocen incluso el vocabulario necesario para hablar sobre el tema (especialmente los niños pequeños o con algún tipo de discapacidad) y, por lo tanto, no pueden hacerlo adecuadamente. Aunque generalmente no lo expresan verbalmente, sí lo hacen mediante algunos cambios en su comportamiento. Aunque no hay una “receta” que sea totalmente indiscutible para demostrar que el niño, niña o adolescente fue o está siendo víctima de abuso sexual, la combinación de indicadores físicos y de comportamiento, pueden ser una señal de alerta sobre la existencia de este tipo de abuso. No todas las siguientes señales indican que el niño, niña o adolescente haya sido agredido, algunos pueden ser parte de su desarrollo normal o signos de estrés. Cuanto más cantidad de señales y más inesperadas, severas y frecuentes sean, mayores razones hay para preocuparse. La evidencia física en la zona genital y rectal debe de ser tomada muy en serio, y tratada inmediatamente.

INDICADORES DE ABUSO SEXUAL
1. Físicos: aunque no siempre se presentan, los más característicos son:  
Dificultades para andar o sentarse.
• Ropa interior rasgada o manchada.
• Hinchazón en la zona genital o anal.
• Dolor, comezón, sangre, flujos genitales o raspaduras en la
zona vaginal o anal.
• Infecciones urinarias y dolor al orinar.
• Infecciones vaginales o enfermedades de transmisión sexual.

2. Conductuales:
varían según la edad de las víctimas por lo que están divididas en:
a) Preescolares:
• Actividades sexuales con juguetes tales como simular tener sexo con muñecas o muñecos o pidiendo a sus hermanos, hermanas o amigos juegos sexuales.
• Conductas regresivas: hablar como bebé, repentinamente.
• Se vuelve demasiado apegado o apegada a una persona.
• Retraimiento social.
• Temores inexplicables.
• Fenómenos disociativos.
• Temor a una persona en especial.
• No tolera que le vean desnudarse.
• Demostrar un interés anormal en las cosas sexuales.
• Cambiar de carácter a menudo; mostrarse aislado o aislada y con depresión.
• Mojar la cama, pesadillas, miedo de ir a la cama.
• Introducirse objetos en los genitales o el recto.
• Agresividad y rebeldía inesperadas sin explicación.

b) Escolares:
• Cambios bruscos en el rendimiento escolar, bajan sus calificaciones.
• Dificultad para concentrarse.
• Problemas con la autoridad.
• Mentiras.
• Fugas del hogar; delincuencia.
• Malas relaciones con sus compañeros, amistades, familia.
• Coerción sexual hacia otros niños o niñas.
• Excesiva sumisión a las personas adultas.
• Repentinamente rechazan al padre o a la madre.
• Enfermedades psicosomáticas (dolores de cabeza y dolores abdominales).
• Rehúsa hablar del “secreto” que comparte.
• Madurez ficticia, comportarse como “adultos”.
• Conocimiento e interés inusual en el sexo más allá de su nivel de desarrollo.
• Crearse una identidad, amistades, familia o mundos de fantasía ya que el mundo real le es muy doloroso.
• Generalmente hacen dibujos hipersexualizados o no incluyen ojos, genitales o boca. Las niñas se dibujan como adultas, maquilladas, con ropa sexy y tacones altos.

c) Adolescentes:
• Depresión seria.
• Desconfianza; se resisten a confiar en otras personas.
• Conducta de autodestrucción: alcohol y/o uso de drogas,
desórdenes en la alimentación.
• Promiscuidad.
• Excesiva inhibición sexual.
• Autoimagen negativa.
• Confusión seria con respecto a la identidad sexual (mayor
en los adolescentes varones).
• Aversión repentina hacia otras personas.
• Interés sexual en niños menores o en experiencias de explotación con pares.
• Delincuencia.
• Conductas auto agresivas.
• Intentos de suicidio.
• Trastornos de personalidad.
Si una niña, niño o adolescente de repente cambia y manifiesta varios de estos síntomas, hay muchas posibilidades de que haya sufrido o esté sufriendo un abuso sexual. Si bien hay algunos indicadores que pueden ser causados por otras razones (abuso físico, emocional). Éstos, unidos a indicadores conductuales y a la dinámica familiar, pueden determinar que existe abuso. Las mejores armas son la observación de la persona menor de edad en sus diferentes momentos y la actitud de su familia o de sus cuidadores, funcionarios a cargo, etc. frente a los cambios observados. Otro comportamiento que puede llevar a sospechar un abuso es cuando el niño o niña hace preguntas referidas al sexo o a amenazas, o usa palabras que no corresponden a su edad ni a las que se usan en su hogar. A partir de estos cambios, la madre, un familiar cercano, o alguien de la escuela, pueden sospechar e ir acercándose a la verdad, hasta que la víctima le cuente lo que le ocurre o le dé pistas para descubrir el abuso. Se debe tomar en cuenta que muchas niñas y niños abusados se ven a sí mismos como seres culpables de la situación que han sufrido, por lo que es difícil que confíen, especialmente en las personas adultas, ya que pueden juzgarles o castigarles.

¿Qué efectos producen los abusos sexuales en la vida de las víctimas?

Las personas jóvenes y adultas que han sido abusadas sexualmente, durante su niñez o adolescencia, arrastran problemas a lo largo de sus vidas, y suelen necesitar un apoyo o terapia psicológica especializada para superarlos.
Los efectos más comunes como consecuencia de los abusos sexuales son:
• Bloqueo que puede afectar la memoria, los sentimientos y las percepciones de algún período de su niñez (tiempo en que ocurrió el abuso).
• Odio al propio cuerpo, sentirse sucia o sucio.
• Desvalorización personal, pobre autoestima.
• Depresión, fobias, ansiedad y problemas psicosomáticos, drogas, alcoholismo...
• Problemas de relación con otras personas, social y sexualmente.
• Miedo a la intimidad e incapacidad para poner límites y autoafirmarse.
• Comportamientos auto agresivos, mutilándose con cortaduras, quemaduras o golpes y realizando intentos de suicidio.
• Establecer muchas relaciones de abuso, incluso de maltrato.
Los varones victimizados tienden a ser abusadores y agresores, mientras que las mujeres victimizadas tienden a ser maltratadas y nuevamente abusadas.
• Desórdenes de personalidad.

Las peores consecuencias del abuso sexual infantil en el largo plazo se dan si existen los siguientes factores:
•Mientras mayor sea la diferencia de edad entre víctima y ofensor, mayor el daño.
•Abuso perpetrado por largo tiempo agrava el daño.
Los abusos más perjudiciales psicológicamente son los intrafamiliares.
El mayor impacto a largo plazo son lo perpetrados por el padre biológico o el padrastro.
•Los abusos sexuales intra-familiares repetidos, con violencia física y amenazas, provocan las peores consecuencias en la edad adulta.

PERSONAS QUE ABUSAN DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES

Si bien es importante que los niños y niñas sepan como cuidarse en la calle de personas desconocidas, es necesario que sepan que pueden ser abusados sexualmente por miembros de la familia (abuso intrafamiliar), por personas conocidas (amigos de la familia) o con autoridad (educadores, religiosos, funcionarios de instituciones que trabajan con niños y niñas) o por extraños (extrafamiliar).



 1. Abuso Sexual Extrafamiliar. Los abusos sexuales cometidos por desconocidos. 

En esta forma de abuso, la característica central es que la persona que abusa siente placer sometiendo a su víctima por la fuerza y el terror, haciéndola sufrir.
Esta característica se puede observar en el siguiente ejemplo:
Dos niños jugaban juntos en un parque y se habían alejado de sus padres, con quienes habían venido a una manifestación deportiva; se trataba de Manuel, un niño de seis años y una niña, Luciana, de la misma edad, amigos desde muy pequeños. El niño estaba acompañado de los padres y la niña únicamente de su madre.
Según los niños, el agresor era un hombre gigante que llevaba su rostro cubierto por un pasamontañas negro. Este sujeto les cogió con brutalidad tapándoles violentamente la boca y obligándoles a avanzar al interior del parque. Al llegar a un lugar desierto, les amenazó violentamente y les obligó a practicarle sexo oral. Por suerte para los niños, el ruido de personas que se acercaban al lugar provocó la fuga del agresor salvándoles, posiblemente, la vida. Posteriormente a este hecho, a lo largo de las sesiones terapéuticas, los niños hablaron de los insultos y amenazas que recibieron del individuo. Analizando el contenido de su discurso, así como el carácter extremadamente violento de su comportamiento, se puede afirmar que su objetivo era excitarse con el sufrimiento de los niños (tipo sádico) y, probablemente matarles. El sexo oral (felación) fue una de las formas utilizadas para degradar y humillar a sus víctimas. 

Cuando se produce este tipo de abuso, es más beneficioso si los niños o niñas pueden describir y nombrar al agresor; debido a que esto indica que, a pesar del miedo y la angustia, las víctimas no se confunden en cuanto a la responsabilidad de su abusador, y que, a pesar del sentido de culpa que puedan presentar, se reconocen como víctimas.
La causa del sufrimiento de las víctimas de un violador, no sólo es la agresión en sí misma, sino también la reacción que presenten los miembros de la familia.

En el caso de Manuel y Luciana, mostraron, dos días después de la agresión, una serie de manifestaciones de estrés postraumático, es decir, revivieron la experiencia traumática manifestada en pesadillas, miedo a quedarse a solas, temor a cualquier persona desconocida y dificultad para dejar de pensar en lo ocurrido.

Paralelamente a la intervención terapéutica, los padres y madres respectivas les acompañaron a interponer la denuncia ante la policía. Esto tuvo un impacto tranquilizador para la niña y el niño, en la medida en que los policías responsables de la investigación elaboraron con ellos un retrato del agresor, les acompañaron al lugar de la agresión, donde pudieron explicar las circunstancias de lo ocurrido y, ellos, a su vez, les explicaron en qué consistía su trabajo y los
medios de los que disponían para atrapar a la persona que les había abusado y proteger a la población.

Este procedimiento tuvo un gran impacto terapéutico porque las víctimas se sintieron reconocidas y apoyadas. Además, el poder colaborar en la investigación disminuyó sus sentimientos de inseguridad e impotencia, sintiéndose de nuevo protegidos y recuperando parcialmente su confianza en el mundo adulto.

En situaciones donde la colaboración de la policía con las familias no es posible y la experiencia de las niñas o niños agredidos es minimizada, éstos guardan durante más tiempo un sentimiento de profunda inseguridad, impotencia y desprotección, así como una desconfianza hacia el mundo adulto en general. La experiencia más terrible para una niña o niño agredido por un adulto es la de su impotencia.








2. Abuso sexual intrafamiliar.
 
La mayoría de los abusos sexuales ocurren en el propio hogar de las niñas o los niños, y el agresor es generalmente el padre, el padrastro, el hermano, o cualquier pariente cercano que tenga fácil acceso a la víctima; por lo general, actúan con ciertas estrategias que se pueden reconocer para estar preparados y prevenir.

El problema del abuso sexual en las familias, así como en las comunidades, escuelas, iglesias e instituciones no debe ser ocultado, tolerado o negado. Eso sólo permite la impunidad de los delitos y la victimización de más niños y niñas.

No es suficiente el advertir al niño o niña que se aleje de extraños. La mayoría de las personas menores de edad son abusadas por aquellos que conocen y en quienes confían. 

¿Cómo actúan las personas que abusan? 
 
La persona que abusa necesita privacidad y el silencio de su víctima. Por lo tanto, buscará la ocasión de estar solo y se asegurará que ella no va a contar lo ocurrido a nadie. La mayoría de los abusadores son hombres, pero las mujeres también abusan. Dado que la mayoría de abusos sexuales se producen en el hogar y por conocidos, es lógico que la persona que abusa haya “estudiado” cuándo y cómo puede estar a solas con el niño o niña, saber cómo acercarse, así como qué hacer para que el niño o niña no se atreva a contar
lo ocurrido. 

Estas estrategias se ejecutan generalmente en varias fases que tienen las siguientes características:

La fase de seducción. Acercamiento y persuasión.

En este período, el padre abusador manipula la dependencia
y la confianza de su hija, incitándola a participar en los actos abusivos que él le dice que es un juego o que son comportamientos normales entre padres e hijas. El abusador prepara el terreno tomando precauciones para no ser descubierto y elige el momento y el lugar en que comenzará a abusar de su hija.

Elige una zona de su casa para abusar sin correr el peligro de ser descubierto, por ejemplo puede habilitar la bodega de la casa o puede hacerlo en la habitación de la niña cuando el resto de la familia está durmiendo. Muchas veces ocurre en el período en que su esposa va a dar a luz un nuevo hijo. La partida de la esposa a la maternidad ofrece al marido una buena oportunidad para quedarse a solas con su hija y al mismo tiempo la relación incestuosa compensa el sentimiento de pérdida y abandono que le provoca el nuevo nacimiento. 

La persona que abusa comienza con el exhibicionismo, paseándose semidesnudo delante de su víctima o dejando al descubierto sus órganos sexuales; en otros casos, la invita a entrar al cuarto de baño mientras se ducha, etc. El siguiente paso es cuando solicita a su hija que le muestre sus órganos genitales, para seguir con manoseos de las zonas genitales de su víctima y obligarla a manosear los de él, etc.
El proceso continuará con otros gestos como actos masturbatorios en presencia del niño o niña, o el abusador obligará a la víctima a masturbarle.

En etapas más tardías, el sujeto viola a su víctima, comenzando a menudo por el sexo oral siguiendo con la penetración digital del ano o vagina, y por lo que se denomina penetración seca, que consiste en frotar el pene en la zona anal o vaginal de la víctima hasta eyacular. La penetración genital o coito se da en una fase avanzada de este proceso y es con mayor frecuencia anal que vaginal.

La imposición del secreto y la ley del silencio.
La persona que abusa convence a su víctima del peligro que existe para ella, para él y para su familia si se divulga lo que pasa entre ellos. El niño o niña termina por aceptar esta situación y se adapta para sobrevivir. Entran en la dinámica del chantaje con lo que obtienen favores, regalos y privilegios de quien les abusa. Esto cierra el círculo perverso, en la medida que estas respuestas conformistas permiten la desculpabilización e impunidad de quien abusa y aumentan la culpabilidad y vergüenza de la persona menor de edad víctima del abuso.

A pesar de los esfuerzos de quien abusa por mantener a su víctima dentro de una situación de silencio, culpabilización y vergüenza, algunas víctimas, (pero desgraciadamente no todas) terminan por revelar los hechos de abuso. La persona que abusa sabe que al crecer e interactuar con otras personas, la persona adolescente puede contar “su secreto”. 

Para evitar que esto ocurra hace todo lo posible por prohibirle que salga a la calle o se reúna con sus amistades. Cuando esto es aceptado como norma en la familia, la niña o niño se da cuenta de que la única forma de romper su reclusión es contando lo que ocurre.

La fase de la divulgación. Evidencia o confirmación
En este proceso, a través del cual el niño o niña se atreve a romper la ley del silencio y a divulgar los hechos abusivos, es necesario distinguir la divulgación accidental de la divulgación premeditada.
Divulgación accidental: en ésta los hechos abusivos son descubiertos accidentalmente por un tercero, por ejemplo, cuando alguien entra en la habitación en el momento en que el padre está abusando de su hija; siendo de esta forma
la divulgación un accidente y no la víctima quien involuntariamente desencadene la crisis familiar divulgando
el abuso.
Divulgación premeditada: en el caso de una divulgación de este tipo, es necesario detectar los factores que deciden o impulsan a la víctima a romper el secreto. El elemento que parece determinante es que la víctima se atreve a hablar cuando la situación se le hace insoportable, y cuando se siente prisionera de un conflicto de posesión o pertenencia. La mayoría de las niñas o niños más pequeños (entre dos y diez años) divulga la situación abusiva por las molestias que le provoca el abuso, sobre todo en el caso de la penetración. El niño o niña divulga el abuso para resolver un problema que le produce angustia y dolor. En el caso de las personas adolescentes, la divulgación se produce con bastante frecuencia alrededor de un conflicto entre su pertenencia a una situación familiar sofocante y restrictiva o su pertenencia al grupo de sus pares. En medio de este conflicto, la hija puede sentirse por primera vez atraída por un muchacho de su edad, lo que amplía la tensión entre ella y su padre. 

 La adolescente puede, entonces, divulgar su secreto buscando una solución inmediata a su conflicto, con la esperanza de obtener más libertad. Por ejemplo, cuando denuncia que su padre abusa de ella, a menudo quiere también que los abusos terminen, pero lo que también trata de resolver es el conflicto de poder con su padre. 

 Existen también otros tipos de circunstancias a partir de las cuales es posible la revelación. Por ejemplo, la víctima revela la situación cuando se da cuenta de que su padre abusa también de una de sus hermanas, o en el momento del nacimiento de un nuevo hermano en la familia, que enfrenta a la víctima con el miedo de quedar embarazada de su padre, o en el momento en que su madre, por otras razones, decide divorciarse.

La fase represiva.
La descalificación del discurso y de la persona víctima, las acusaciones que tienden a señalar a la víctima como culpable y la negación de la evidencia de los hechos, son sólo algunos de los medios empleados. A veces en esta estrategia se implican activamente no sólo quien abusa, sino también la esposa, los hermanos y hermanas y, desgraciadamente, policías, jueces, médicos, etc., demasiado comprometidos e identificados con los adultos de la familia o sin la formación necesaria para manejar la situación.

Estas presiones y amenazas explican el hecho de que muchas
víctimas de incesto se retracten posteriormente de lo divulgado.
 
En el siguiente ejemplo de caso veremos las cuatro fases representadas.
María ha sido abusada por su padre desde los 5 años; ella no sabía que hacer pues él le había dicho que era un secreto de amor entre los dos y que así era entre padres e hijas. Él aprovechaba para abusarla cuando su madre estaba fuera y los demás niños en el colegio o jugando en el patio. Cuando tenía 8 años, una tía llegó a dejar una ropa para María y se asomó al cuarto. Vio a María sin ropa y a su padre sobre ella; lanzó un grito y salió rápidamente de la casa, llamando por teléfono a los demás familiares para hablar de lo sucedido y decidir qué acciones tomar.
 
Los tíos de la niña querían golpear al padre y lo amenazaron;
el resto de la familia tenía temor de las habladurías de la gente y de ser aislados. La madre se negaba a creer lo sucedido, que era una calumnia y finalmente le echó la culpa a María.
 
Como el padre era el sostén económico de la familia, María fue sacada de su casa y llevada a un hogar de acogida.

¿Era esta la solución para la víctima? Analice el caso y sus consecuencias.

Otra posibilidad: en el mismo caso, María, ya de 13 años, ve que su padre empieza el juego con una de sus hermanas pequeñas y además ella quiere ser como las otras adolescentes y salir, tener amistades, por lo que decide romper el silencio y contar su terrible secreto. Al principio su madre no quiere aceptar la verdad pero a través del relato de María detecta ciertos indicios que le hacen ver la verdad. Presenta la denuncia acompañando a María para que así salga el abusador de la casa. Luego ella y María reciben terapia para tratar de reanudar su vida.
En cualquiera de estos casos, puede pasar que la víctima sea interrogada repetidas veces, ya sea por la propia familia, educadores, personal del albergue o funcionarios policiales y de salud. Esto no es lo más apropiado ya que hay que considerar que la persona, ya sea niño o niña, está angustiada, necesita ayuda y hay que asegurarse de que reciba el tratamiento necesario y, sobre todo, comprensión, seguridad y afecto.
En el caso de abuso sexual de varones es muy difícil que ellos cuenten lo ocurrido pues, socialmente, esa situación se asume como pérdida de la masculinidad, presumiéndose, equivocadamente, que la experiencia llevará luego a un comportamiento homosexual. Y esa es una de las formas de coacción usadas por los abusadores.
Desafortunadamente, son muy pocos los estudios sobre abuso sexual en niños y adolescentes varones. La mayoría de casos reportados son de niñas y adolescentes mujeres.


Otras estrategias usadas por las personas que abusan
• Pueden fotografiar o grabar en video actividades sexuales con niños, para intercambiar con otras personas que abusan.
• Avergonzar al niño o niña para que no le diga a nadie del abuso.
• Algunas de estas personas usan sus fotos comercialmente en la pornografía infantil.
Las fotografías también se intercambian entre otros interesados en sexo con niños y niñas, y forman parte de las redes “domésticas” de la pornografía infantil.
• No tienen ningún problema considerando válidas sus acciones y, aunque pueden mostrar arrepentimiento si son arrestadas, consideran que no han hecho nada malo.
• No toman en cuenta ni les importa, o niegan, que exista el impacto físico y emocional en el niño o niña.
• Acusan a la víctima de seducirles, de actuar de una cierta manera, o declaran que fue consensual, pues la víctima no se resistió.
• Pueden y obtienen acceso a los niños y las niñas a través de empleos profesionales o de voluntariados, y también en su propia comunidad.
• Son muy hábiles para desarrollar relaciones con niños y niñas; a menudo suplen las necesidades que no han sido satisfechas en el hogar. Al hacerlos creer que es apropiado para las personas adultas tener sexo con niños y niñas, éstos son fácilmente seducidos (“es una buena manera de aprender sobre el sexo”) – (“y es normal para los adultos demostrar afecto de esta forma”).
• Una forma muy utilizada es mostrarles pornografía infantil, para que vean el sexo con personas adultas como algo común
y corriente. Todas las formas de pornografía (revistas, videos, libros de historietas, animados, tarjetas comerciales, y pornografía en computadora), son usadas para condicionar a la víctima y legitimar la conducta sexual.
• Las trampas más comunes con los niños y niñas más pequeñas incluyen pedir ayuda para encontrar a un perrito perdido, cargar libros o provisiones, o preguntar direcciones. Los niños y las niñas menores son atraídos con dinero, juguetes, dulces, o promesas de cachorros y gatitos. Los niños y las niñas mayores con dinero, drogas, alcohol y promesas de carreras en el modelaje o en la televisión.
• Las personas que abusan toman ventaja por el hecho de que a los niños y las niñas se les enseña a admirar figuras de autoridad, y a respetar y a obedecer a las personas adultas. Un niño o niña no está preparada cuando un familiar, vecino u otro conocido hace acercamientos sexuales.

El mejor modo de enfrentar el problema es antes de que ocurra. De este modo se puede comprender plenamente y sentir que el problema del abuso sexual de personas menores
de edad es más que una cuestión de niños o niñas en situación de riesgo, es una cuestión de cuánto y qué se puede tolerar como sociedad. Actuar con determinación contra el abuso sexual es una forma de mejorar el nivel ético y social de la sociedad. 





¿Por qué algunas personas abusadas no buscan ayuda ni denuncian?

Un niño o niña de corta edad no es capaz de buscar ayuda por sí mismo. Es sólo a partir de los 11 ó 12 años, siempre y cuando sepa dónde acudir, y tenga la fuerza y el valor para ello, que puede decidir buscar ayuda, ya sea con una amistad,
maestra o familiar. Pero hay muchos casos en los cuales la víctima o su familia pudieron buscar ayuda y denunciar, y no lo hicieron.
Razones:
• Carencia de alternativas. Si dependen del padre o del padrastro es muy difícil que lo enfrenten por temor a perder el apoyo económico. En el caso de los niños o niñas migrantes, a lo anterior se suma el desconocimiento del lugar y de las costumbres y, en especial, el sentimiento de discriminación.
• El niño o niña no encuentra a dónde ir. Temen que otros miembros de la familia estén de parte de la persona que les arremete, por lo general, el padre que abusa y maltrata aísla a su familia de sus parientes.
• Miedo y vergüenza. El miedo a lo desconocido puede hacer que una persona sea víctima de abuso. Por lo común, las víctimas se sienten culpables, sin esperanza. Tratan de esconder los hechos porque sienten vergüenza de la mala relación que llevan y no creen que alguien pueda ayudarlas.
• La situación empeora cuando quien abusa amenaza. La víctima cree, erróneamente, que seguir soportando la violencia es menos peligroso que buscar ayuda. Igual ocurre con los niños y niñas que temen a las consecuencias que pueden resultar de contar lo que les sucede, y también tienen vergüenza de que el profesor u otras personas se enteren de que su padre o madre los maltrata y abusa.
• Esperanza y amor. Muchas personas que sufren violencia familiar a pesar de ella aman a la persona que les abusa, y encuentran que hay momentos agradables estando con la familia. Las víctimas piensan que es mejor aguantar los malos momentos que estar separados. Mantienen así una esperanza sin darse cuenta de que la situación tiende a empeorar.
• La ignorancia. No saben que hay leyes que las protegen, por ejemplo, la ley de Delitos Sexuales contra las Personas Menores de edad. Desconocen los derechos de la niñez y la adolescencia, las Instituciones rectoras de la niñez, La Ley Orgánica de Protección al niño, niña y adolescente (LOPNNA), la Defensoría de los niños, las ONG de defensa y atención de niños y niñas abusadas…
• Experiencias negativas. Algunas víctimas que han denunciado a la persona que les abusa han tenido una experiencia negativa: su denuncia no fue recibida o fue mal acogida y quien les abusó no resultó sancionado. Esto da la sensación de que la ley es inservible y de ausencia de protección.
• Culpa. En los casos de abuso sexual, la persona que abusa asegura el silencio de su víctima no sólo con el chantaje y la amenaza, sino también haciéndole creer que es culpable de lo que pasa, sea porque lo permitió al inicio o porque no lo delató después. Con frecuencia, esta persona se justifica afirmando que la víctima, especialmente cuando es mayor de 14 años, provocó la agresión. Suponiendo que haya sido así, siempre hay que considerar que se trata de una persona menor de edad que no ha completado su desarrollo emocional ni psicológico. Es la persona adulta quien debe controlar la situación. Debe asegurársele a la víctima que en ningún caso ella fue culpable.
Confusión de sentimientos. Se presenta generalmente en la madre cuando se entera de que su hija ha sido víctima de abuso sexual por parte del padre, padrastro o algún familiar muy cercano. Sabe que debe denunciar el hecho porque siente pena y rabia por su hija, pero también tiene temor y pena por lo que le pueda pasar al responsable de la agresión. Si además depende económicamente de la persona que abusa de su hija, la situación es mucho más difícil.
Lo que esa madre no sabe, o no ve, es que si no denuncia al agresor, éste va a continuar abusando de los otros miembros de la familia. El silencio protege a la persona que abusa, es como darle permiso para continuar agrediendo.
Por lo tanto, para evitar la impunidad es necesario transmitir a la sociedad una visión positiva de la sexualidad y sobre todo de la sexualidad infantil. Este aspecto debe ser tenido en cuenta en la escuela, ofreciendo educación sexual adecuada en cada etapa de la educación, desde la preescolar. Las instituciones nacionales encargadas de la protección infantil deberían tener iniciativas para aumentar el conocimiento sobre el abuso sexual infantil entre los profesionales que trabajan con los grupos de niños y niñas en mayor peligro.

Tomado de: http://www.dnicostarica.org/wordpress /wp-content/uploads/pdf/violencia_sexual/Guia.pdf

No hay comentarios:

Publicar un comentario