martes, 30 de octubre de 2012

Otra victima... Otra Sobreviviente...

  Cuando mencionamos la palabra niñez todos pensamos en niños felices,  todos deseamos que nuestros hijos y nietos tengan una niñez feliz. Tomando como niñez el termino aplicado a los seres humanos que se encuentran en fase de desarrollo y comprende entre el nacimiento y la adolescencia, que seria aproximadamente a los 12 años y que los niños tienen entre sus derechos  el de intimidad sexual y  a ser protegidos contra la pornografía, el abuso y el maltrato... hasta acá todo bien. Ese trabajo correspondería primero a la familia y luego a la sociedad en pleno  ya que una civilización que no se precia de cuidar su niñez y su ancianidad no se puede decir evolucionada.
Pero lamentablemente en el mundo actual no solo la niñez no se protege, ya que tampoco se protege al ser humano del hambre y de la muerte por la guerra, entre otras tantas causas de muertes que podrían evitarse, que sí dependen de las decisiones  de los gobiernos, menos aún puede importar el abuso sexual en los niños, es mas, para algunos es un negocio rentable.
Por eso debe ser una causa para luchar para desterrar no solo el hambre, el odio, la discriminación sino también todo tipo de abuso y maltrato en los niños, ya sea  físico, psicológico o sexual.
He sido una menor abusada sexualmente, y hoy puedo decirlo públicamente, después de mucho  tiempo, es un tema del que puedo hablar hoy, pero no pude hacerlo con mi madre y con mi padre cuando era niña, eso me trajo como consecuencia muchos problemas emocionales que  he llevado como lastre en el transcurso de mi vida y me ha perjudicado en muchos aspectos  y espero haber superado. Por eso esta es una causa que tomo hoy para tratar de concientizar aún mas sobre este terrible flagelo que ataca nuestra sociedad en sus fibras mas intimas y débiles...nuestros niños.
 He sido diagnosticada además con Fibromialgia, y buscando en la Web encontré que un numero considerable e importante de pacientes con esta enfermedad habían sido victimas de abuso infantil, y puedo decir que soy una sobreviviente.
Esta Web tiene como finalidad  dar mas conocimiento sobre este tema, información para esclarecer un poco mas de luz a la oscuridad en que el abuso ha estado siempre oculto, si tienes algún caso no dudes en denunciarlo a las autoridades y consultar profesionales capacitados para ayudarte.
El enemigo puede estar en tu propia casa, no dudes de la palabra de tu hijo y no protejas a quien abusa de un niño, sea este quien fuera, ni por ocultamiento ni por vergüenza. Denúncialo!!!!  Tu hijo se merece no solo que le creas sino que pidas justicia por él, ya que  como menor no puede y es tu deber representarlo, como así también protegerlo. No lo ocultes, no es un secreto ni una vergüenza...denuncia al abusador, aun si este es un integrante de tu familia.
No soy psicóloga ni medica, solo hago esta Web por servicio, con un tema que me ha tocado de cerca...por favor si sospechas que algún menor en tu casa ha sido abusado no lo dudes y acude a profesionales para tu ayuda y a las autoridades para que este personaje obtenga su merecido.

                                                                       Cris Carbone

Tomado de: http://www.noalabusoinfantil.com.ar/editorial.htm 

sábado, 27 de octubre de 2012

EL ABUSO SEXUAL EN NIÑOS

Se reportan más de 80,000 casos al año de abuso sexual a los niños/niñas, pero el número de casos que no se reporta es aún mayor, ya que los niños tienen miedo de decirle a alguien lo que les pasó y el proceso legal para validar un episodio es difícil. El problema debe de ser identificado, debe de ponerse fin al abuso y el niño debe de recibir ayuda profesional. El daño emocional y sicológico a largo plazo debido al abuso sexual puede ser devastador para el niño.

El abuso sexual a los niños puede ocurrir en la familia, a manos de un padre/madre, un padrastro, hermano u otro pariente; o fuera de la casa, por ejemplo, por un amigo, un vecino, la persona que lo cuida, un maestro o un desconocido. Cuando el abuso sexual ha ocurrido, el niño puede desarrollar una variedad de sentimientos, pensamientos y comportamientos angustiantes.

No hay niño preparado sicológicamente para hacerle frente al estímulo sexual repetitivo. Aun los niños de dos o tres años que no pueden saber que la actividad sexual es incorrecta, desarrollarán problemas como resultado de su inhabilidad para hacerle frente a la sobre-estimulación.

El niño de cinco años o más que conoce y aprecia al que lo abusa se siente atrapado entre el afecto y la lealtad que siente hacia esa persona y la sensación de que las actividades sexuales son terriblemente malas. Si el niño trata de romper con las relaciones sexuales, el que lo abusa puede amenazarlo mediante la violencia o negándole su afecto. Cuando los abusos sexuales ocurren en la familia, el niño puede tenerle miedo a la ira, los celos o la vergüenza de otros miembros de la familia, o quizás puede temer que la familia se desintegre si se descubre el secreto.

El niño que es víctima de abuso sexual prolongado, generalmente desarrolla una pérdida de autoestima, tiene la sensación de que no vale nada y adquiere una perspectiva anormal de la sexualidad. El niño puede volverse muy retraído, perder la confianza en todos los adultos y puede llegar a considerar el suicidio.

Algunos niños que han sido abusados sexualmente tienen dificultad para establecer relaciones con otras personas a menos que estas relaciones tengan una base sexual. Algunos niños que han sido abusados sexualmente se convierten en adultos que abusan de otros niños, se dan a la prostitución, o pueden tener otros problemas serios cuando llegan a adultos.

Muchas veces en el niño no hay señales físicas de abuso sexual. Algunas señales sólo pueden ser reconocidas mediante un examen físico por un médico.

Los niños abusados sexualmente pueden desarrollar lo siguiente:
interés poco usual en, o el evitar, todo lo de naturaleza sexual
problemas con el dormir o pesadillas
depresión o aislamiento de sus amigos y familia
comportamiento seductor
decir que tienen el cuerpo sucio o dañado, o tener miedo de que haya algo malo en sus genitales
negarse a ir a la escuela
delincuencia/problemas de conducta
secretividad
evidencia de abusos o molestias sexuales en sus dibujos, juegos o fantasías
agresividad poco común
comportamiento suicida

Los que abusan sexualmente de los niños pueden hacer que el niño se muestre extremadamente temeroso de revelar las acciones del agresor y, sólo cuando se ha hecho un esfuerzo para ayudarlo a sentirse seguro, puede el niño hablar libremente. Si un niño/niña dice que ha sido molestado sexualmente, los padres deben tratar de mantenerse calmados y hacerle sentir que lo sucedido no fue culpa suya. Los padres deben de llevar al niño para que le hagan un examen médico y a una consulta siquiátrica.

Los padres pueden impedir o disminuir la oportunidad del abuso sexual:
diciéndole a los niños: si alguien trata de tocarte el cuerpo y de hacerte cosas que te hacen sentir raro, dile que NO a la persona y ven a contármelo enseguida
enseñándole a los niños que el respeto a los mayores no quiere decir que tienen que obedecer ciegamente a los adultos y a las figuras de autoridad; por ejemplo, no les diga: siempre tienes que hacer todo lo que la maestra o el que te cuida te mande a hacer
estimulando los programas profesionales del sistema escolar local para la prevención.
Los niños que han sufrido abusos sexuales y sus familias necesitan evaluación y tratamiento profesional inmediato. Los siquiatras de niños y adolescentes pueden ayudar a los niños que han sido abusados a recuperar su sentido de autoestima, a sobrellevar sus sentimientos de culpabilidad acerca del abuso y a comenzar el proceso de superación del trauma. Estos tratamientos pueden reducir el riesgo de que el niño desarrolle serios problemas cuando llegue a adulto.

miércoles, 24 de octubre de 2012

PROTEJAMOS A NUESTROS NIÑOS DE LOS ABUSOS...

Según los últimos datos, hay un aumento progresivo y alarmante de casos de pedofilia y pederastia en el mundo. Hay miles de casos que se descubren a diario y millones de casos que nunca saldrán a la luz.

La pedofilia y la pederastia es la atracción erótica sexual de un adulto hacia los niños. De aquí en adelante, llamaremos a estos individuos "phedoanima
l". Se calcula que hay un 90% de hombres y un 10% de mujeres. La mayoría de ellos han sufrido abusos sexuales cuando eran menores; otros sin embargo descubren a lo largo de su ociosa y perversa vida que les atraen sexualmente los menores. Esta perversión es muy fácil de camuflar, y muy difícil de saber con certeza cual de los mayores de nuestro entorno tienen esa tendencia (nadie puede saber lo que piensa el hombre). NO hay un perfil, en el cual basarnos para poder descubrir a estos individuos, pero si algunos concejos para evitarlos. Casi a diario nos enteramos por las noticias de: abogados, profesores, policías, jueces, empresarios, cocineros, camareros, sacerdotes, pastores protestantes, albañiles, pintores, hermanos, tíos, abuelos, padres, etc, detenidos por casos de abusos a menores. Estos individuos llevan una vida tan normal que es prácticamente imposible descubrirlos. Muchos son casados, tienen hijos, pertenecen a todas las clases sociales.

No podemos descubrirlos fácilmente, pero sí podemos prevenir que intenten abusar de nuestros hijos. En este artículo les presentaremos algunas directrices de actuación del phedoanimal que nos ayudará a descubrir a tiempo una posible agresión y evitar sufrimientos posteriores.

Ante todo es muy importante la educación de nuestros hijos, hacer que nuestros hijos tengan plena confianza en los padres y que cuenten todo, es bueno ser claros y explicarles con razonamientos sencillos que un mayor no puede hacer ciertas cosas con ellos, y si alguna vez esto pasara que tengan toda la seguridad que un padre puede escucharles y comprenderles. Es bueno advertirles del gran peligro que corren si un adulto se acerca ofreciéndole dulces o caramelos (hay veces que un/a anciano/a regala dulces a los niños sin ninguna intención, pero es bueno advertirles que no reciban nada de nadie sin el consentimiento de los padres).

El phedoanimal se integra con los niños, es muy infantil a pesar de la edad, juega con ellos como si fuere uno mas. Tened muy en cuenta esto: el pederasta es UNA PERSONA NORMAL y no actúa hasta que tiene certeza de hacerlo sin levantar sospechas. Hay casos en que utiliza a sus propios hijos como cebo para poder atraer la atención de los demás niños/as.

Para comprenderlo mejor, como padres les propongo hacer un ejercicio mental….recordemos nuestra infancia… ¡Como nos gustaba que nuestros padres jugasen con nosotros!. ¿recuerdan que nos generaban confianza y protección?. Los phedoanimales saben muy bien esto, al conseguir la confianza de los padres, les suplantan y los niños llegan a pensar que están jugando con una persona como su padre o su madre y que es tan bueno como ellos.

El objetivo Nº1 para para el phedoanimal es conseguir la confianza de los padres. Trabaja muy sutilmente para conseguirlo. Cuando desidimos confiar en estos individuos (por ejemplo: dejando que se quede solo en casa con nuestros hijos, que los lleve al parque, a la piscina, que juegue con ellos, etc.); estamos quitando a nuestros niños el UNICO ESCUDO con el cual podríamos protegerles y lo dejamos a merced de estos monstruos, y que es peor, en cierta medida nos convertimos en cómplices pasivos de las agresiones a nuestros hijos/as.

Las etapas de una agresión sexual a un menor son:

En primer lugar, piense en esto. Es casi imposible que las caricias y abrazos reiterados y constantes de un adulto que no es su padre a un/a niño/a sean con buenas y sanas intenciones. Aquí podemos guiarnos por el sentido común, si a un padre le parece un poco extraño el comportamiento de un adulto hacia su hijo/a, corte por lo sano, dígale de frente que no le gusta que esté acariciando a su hijo/a.

1. Para el phedoanimal, conseguir la confianza de los padres y su entorno es fundamental. Una de las estrategias es contar historias relacionadas con niños. (no siempre es así, en algunos casos son muy reservados y no cuentan nada y utilizan otros métodos para conseguir su objetivo).

Las historias más comunes son.

Cuando era niño:

- Algún familiar abusaba de ellos.

- Sus padres le castigaban demasiado.

- Sentía deseos de acostarse con una persona mayor.

- Sus padres se separaron cuando el era pequeño y se fue a vivir con una tía/o.

- Algún adulto le enseñó cosas que el ignoraba hasta ese momento.

Como Adulto:

- Ha perdido a su hija cuando era pequeña.

- La pérdida de su hija le hace buscar la compañía de niñas/os que NO son sus hijos/as.

- Tiene solo hijos varones y le hubiera gustado tener una niña.

- En un entorno religioso, muestra mucha devoción, es muy fervoroso puede predicar en el púlpito, habla de la palabra de Dios a todas las personas que conoce, si es pastor o sacerdote, sus sermones son vacíos y superficiales (una vez mas: "NADIE CONOCE EL PENSAMIENTO DEL HOMBRE"). ultimamente esta de moda convertirse en cristianos y así escudarse en la religión para cometer atrocidades, total, se arrepiente y es perdonado supuestamente por Dios y luego como si nada continúa su depravada vida. Es casi imposible que un phedoanimal deje sus bajos instintos .

2. Conseguir la atención y la confianza del/la niño/a, generalmente regalándole caramelos, chocolates, pastelillos, pequeños juguetes, etc.

3. En la tercera etapa, el phedoanimal juega con los/las niños/as como si fuera un niño mas; también agarra al menor en sus brazos, acaricia muy tiernamente como si fuera su hijo/a, tratando de demostrar a cualquiera que lo observa que esas caricias son tan inocentes que no hay por qué desconfiar. No tiene reparos incluso en descubrir y acariciar "accidentalmente" parte de los miembros inferiores de las niñas delante de todos, así consigue dos objetivos: 1. Si los padres no toman medidas inmediatas consigue su confianza, 2. Consigue la confianza del/la niño/a haciendolé entender que no es malo y que puede hacerlo en cualquier momento aún cuando esten solos.

4. En esta etapa el individuo como no puede reprimir sus impulsos, el morbo lo arrastra a pensar que al menor le gusta las caricias y que aceptaría una proposición más caliente y trata de encontrar ocasión de quedarse solos. Esta etapa es crítica, la agresión puede producirse en cualquier momento. El individuo solo tiene el deseo de tocar los genitales (no necesariamente desnudos), o decirle al niño que le toque. En algunos casos intenta sobar sus genitales con los de la niña/o. La mayoría de los pederastas llegan solo hasta aquí ya que penalmente no pueden ser imputados si no hay pruebas concluyentes, es mas, desafían a los padres a que demuestren que han abusado de sus hijos/as. Muchas veces la justicia no condena estos delitos justamente por falta de pruebas.

5. En la Quinta y última etapa el phedoanimal ya no le importa nada a su alrededor y lo único que busca desesperadamente es el sexo con un/una menor. Este es un potencial delincuente suelto que según especialistas y psicólogos de prestigio internacional su rehabilitación es casi imposible. Son parias de la sociedad que nunca se regenerarán.

Dios nos libre de estos elementos.
Espero sinceramente que estos concejos puedan ser de gran utilidad a los padres.
 
Excelente información tomada de: http://www.facebook.com/AccuseYourAbuser

domingo, 21 de octubre de 2012

SEÑALES DE UN PEDOFÍLICO

¿Cómo son los agresores sexuales?
No es fácil descubrirlo, porque la víctima en oacsiones y dependiendo de su corta edad (2, 3, y 4 años) confunde las abusos con juegos de seducción, y porque frecuentemente hay amenazas por parte del agresor. Entran en una dinámica de espada y pared, el abusador manipula mucho las emocione: "Si tu mamá se entera, a ti te van a castigar, y yo voy a matar a tu madre y nunca más la volverás a ver". O les dicen que lo hacen porque los quieren mucho. 
Lo primero que hay que hacer:
Dejar muy claro que no tiene la culpa de lo que le ha ocurrido. El adulto es el responsable.
Decirle y agradecerle de que se lo haya contado. Transmitirle que siente que le haya pasado esa experiencia y que a otras niñas y niños también le ha ocurrido. Decirle que va a ayudarle y protegerle.

Animarle de forma tranquila a que hable de ello y no se muestre enfurecida porque podría sentirse culpable de haberlo contado. Si no es su madre, pídale permiso para hablarlo con ella o para pedir ayuda profesional especializada. Es especialmente doloroso para una madre saber que el abuso fue cometido por su esposo. En este caso, también ella es otra víctima.
 
Además tendrá que decidir:
si es necesario hacer un reconocimiento médico a su hija o hijo, si presentará una denuncia y
si demandará judicialmente al agresor. Todas estas decisiones que debe tomar después de un caso de abuso sexual son muy difíciles. Para asumir este terrible hecho y tomar las medidas oportunas, ella también necesitará apoyo. Es frecuente que las madres nieguen sistemáticamente el conflicto a pesar de las señales enviadas por el hijo.

¿Cómo son los agresores sexuales?
Los agresores sexuales no siempre son los "viejos verdes" que imaginamos.
Son personas consideradas "normales" desde casi todos los puntos de vista.
Muchas veces son personas respetadas, incluso aparentan firmes valores morales y religiosos. (caso típico) 
Señales de un pedofílico
La pedofilia abarca un sector de abusadores sexuales que optan por fijarse en niños de cierta edad. No obedecen a un perfil psicológico determinado, pueden ser muy funcionales en algunos ámbitos y no son de personalidades extremas. Son personas inmaduras emocionalmente, con poca capacidad de contactarse con el otro, centradas en sus necesidades. Incluso son valoradas socialmente -aclaran. A esto hay que sumarle la habilidad para lograr mantener sus agresiones en secreto. En su mayoría los pedofílicos son hombres, menos agresivos que los violadores; su edad fluctúa entre los 30 y 40 años; generalmente, de fuertes convicciones religiosas. En general, son hombres débiles, inmaduros, solitarios y llenos de culpa . La personalidad del agresor de mediana o mayor edad es de un individuo solitario y con dificultad para establecer relaciones heterosexuales normales, suele tener baja autoestima, con pocos recursos para enfrentar situaciones de estrés y frecuentemente abusa del alcohol y/o sustancias. Por lo general, no presenta trastorno psicopatológico. De ahí la importancia que ante un caso de estos se pida sin MAYOR DILACIÓN la correspondiente evaluación psiquiátrica obligatoria. Sin embargo, se ha visto que dos tercios de los reclusos pedofílicos maduros llevaron a cabo esta conducta en momentos que sufrían de situaciones estresantes. El pedofílico puede llegar a sentirse culpable, pero no es capaz de detenerse porque adictivamente empieza a necesitar otros niños cerca suyo. 

CAUSAS:

Poco se sabe de las causas, pero se dice que una de ellas es el aprendizaje de actitudes negativas hacia el sexo, como experiencias de abuso sexual durante la niñez, sentimientos de inseguridad y autoestima baja, con dificultad en relaciones personales, etc.; lo que facilita la relación adulto-niño. En cuanto al condicionamiento, éste no se extingue por condiciones gratificantes. Suelen tener padres a su vez dominantes y con ferreas creencias de clase y religiosas. La mayoría de estos agresores niegan el abuso con vehemencia. Suelen intentar a toda costa hacer ver que la madre o el menor abusado están locos, lo acosan... y que el es la víctima. Esto unido al perfil que en muchas ocasiones tiene dentro del grupo social, resulta mas dificil para los ignorantes en la materia, apoyar la version de una madre, logicamente desbordada , angustiada y desesperada en todos los casos. Sólo bajo evidencias legales y presión, algunos aceptan la acusación parcialmente, pero afirman que: "no fue nada grave, nada de importancia". "no le hice daño". "la culpa fue suya".
Cuando se ven descubiertas gracias al informe psiquiátrico, o informe forense de las lesiones....suelen afirmar que lo sienten muchísimo, que nunca lo volverán a hacer, que ocurrió porque estaban borrachos o drogados. Los agresores sexuales son muy convincentes, hasta tal punto que quizás hagan dudar seriamente del menor. Pero recordemos que las niñas y niños no mienten sobre una cuestión tan grave, ya que poco o nada sabían sobre el sexo y su lenguaje. A pesar del remordimiento que puedan sentirlos agresores sexuales, sabemos que suelen reincidir y repetir sus abusos, a no ser que intervenga alguien y los frene. Prácticamente ninguno desistirá voluntariamente sino que necesitará una intervención judicial.
Tomado de: http://www.facebook.com/AccuseYourAbuser/posts/274192656035694

sábado, 13 de octubre de 2012

LA NEGACIÓN...


La forma más simple de defensa... Negar lo que ocurrió, lo que ocurre, lo que puede ocurrir... 

Es así como muchas victimas se defienden. Reestructuran su memoria, haciendole creer que fue un sueño, o mejor aún un invento de otro, una fantasía de venganza y ganas de hacer daño de gratis... 

La negación permite que cada uno reescriba su historia. Creen recordar lo que les conviene y según sus intereses o beneficios... 

Negar sucesos tan reales y olvidarlos tan fácilmente es solo pura negación...

Que una hija olvide que su padre le ofrecio dinero alguna vez para dejarse tocar. Que una mujer dude de si realmente fue un sueño o no el hecho de ver a su hermana teniendo relaciones con su padre. 

Amar tanto a un padre abusador en todos los sentidos. Decir yo soy loquita y si lo denuncias me volveré mas loca... 

Haber dicho que eras abusada y luego negarlo tan rotundamente... 

Presentar vacíos de memoria en los que no recuerdas nada malo...

Las victimas de A.S.I, con frecuencia no podemos ver la relación entre el abuso que sufrimos y nuestros problemas del presente... (Tenían razón, tal vez estaba y sigo estando llena de odio, y aunque no me hubiese dado cuenta pude reconocerlo y admitirlo. Sigo pensando que tengo todo el derecho de hacerlo. Sin embargo hay quienes aún no se dan cuenta de sus problemas. Porque los problemas de alcohol y drogas, soportar en silencio el maltrato psicológico de parte de un esposo y el inmiscuir a adolescentes menores en relaciones sexuales son problemas que se desprenden de los abusos sufridos en la infancia) 


Varios autores identifican 4 tipos de negación, las cuales pueden presentarse en forma independiente o simultánea en las familias:

Negación de los hechos
Se niega la ocurrencia del abuso, ya sea por el agresor, la familia o la misma víctima. La víctima puede negar el abuso por temor a las consecuencias.

Este tipo de negación es más difícil de enfrentar en especial cuando todos los miembros de la familia niegan colectivamente los hechos y corroboran una historia alternativa.

Negación de la conciencia
El agresor y la familia aceptan la ocurrencia del abuso pero niegan la conciencia del hecho. Por ejemplo, puede afirmar que “estaba borracho”. En el caso de la víctima puede negarlo diciendo que “no está seguro si pasó en verdad porque estaba dormida y no sabe si estaba soñando”.

Negación de la responsabilidad
El agresor y la familia aceptan el abuso, aceptan que fue consciente pero se le quita la responsabilidad al agresor. Por ejemplo, el agresor puede decir que es culpa de la esposa “por no tener relaciones sexuales con él”, o que es culpa de la víctima porque “lo seducía o le hacía preguntas sexuales”.

Negación del impacto
El agresor y la familia aceptan el abuso, aceptan que fue consciente, aceptan que el agresor es el responsable, pero minimizan el impacto o efecto del abuso. Por ejemplo, el agresor puede decir que “no fue grave”, “fue solo una vez”, “el niño/niña es muy joven y no se acordará en el futuro”, etc.

"LA VERDAD ES TAN REAL QUE NI LA VEN NI LA PUEDEN ACEPTAR"

CUANDO EL ABUELO ES UN PEDÓFILO...


Desgarrador relato de un joven de Puerto Rico...


Foto: Primera Hora

Cuando su abuelo le cubría el rostro con una toalla porque le iba a poner “medicina” en el pene, Juan Carlos no entendía qué era lo que ocurría, pero con el paso del tiempo comprendió que aquello “no era nada bueno”.

Desde los cuatro años, hasta los nueve, el joven de 22 años sufrió continuos abusos sexuales por parte de su abuelo materno; un hombre que, al ser maestro y dar tutorías en su casa, siempre estaba rodeado de menores. “Mucha de la niñez la pasé llorando. Recuerdo muchas lágrimas y miedo. La alarma del cuerpo emocional sonó temprano”, señaló el estudiante de la Universidad de Puerto Rico, quien quiso contar su historia para impulsar a otras personas a atreverse a hacer las denuncias que su fortaleza le permitió hacer a él. Uno de sus primeros recuerdos con los avances sexuales de su abuelo materno fue cuando lo acompañó a un cuarto pequeño, donde el ahora septuagenario guardaba cosas. Ahí fue donde le pidió que se cubriera la cara con una toalla para ponerle la “medicina”, que no era otra cosa que practicarle sexo oral. “Después lo hacía espontáneamente; me bajaba los pantalones”, recordó.



Aunque muchos pedófilos utilizan la seducción y el entrampamiento para lograr el silencio de sus víctimas, el abuelo de Juan Carlos se valía de amenazas explícitas. “Una de las estrategias de mi abuelo para mantener mi silencio es una frase que él utilizaba mucho, de que los chotas mueren con un tiro en la nuca, así que te podrás imaginar. Mi miedo era ese, yo digo algo y me van a matar, voy a morir en las manos de mi abuelo”, expuso sobre el hombre con el que jugaba cartas y dominó. Otro truco psicológico que utilizaba su agresor era decirle que era una manifestación afectiva. “Él me decía: ‘Esto yo lo hago por amor, es un secreto, es para que lo tengas más grande cuando crezcas’”, sostuvo. Aunque los acercamientos sexuales ocurrieron en una casa en Guaynabo y en otra en Caguas, fue en esta última donde él entiende ocurrieron los peores sucesos, entre otras razones, porque era más fácil que no lo vieran. “Cuando estás en un segundo piso, escuchas la puerta (de abajo) y le subes los pantalones al nene y estamos ready”, declaró con una sinceridad por la que innecesariamente se disculpó.

Cuando la presencia de familiares impedía que el abuelo consumara sus fechorías, se llevaba al entonces niño “para arriba”, una zona desolada en un monte de Caguas. “Me acuerdo que había un pastizal y detrás había un alambre de púa y había como un precipicio. Ahí se me tiró encima”, narró. Cuando ambos cayeron, el abuelo empezó a reír con la risa más macabra que recuerda Juan Carlos. Otra de las imágenes que todavía lo golpean es la de una ocasión en la que el abuelo lo llevó a buscar unas películas en un cuarto oscuro en la casa de Guaynabo. Allí lo empujó contra la puerta y él recuerda cómo intentaba abrirla pero su brazo, pequeño en ese tiempo, no llegaba al pestillo. “Ese recuerdo a mí me pone grave porque ahora, con este cuerpo que yo tengo, esa puerta yo la puedo tumbar con un codazo”, expuso. Cuando su madre le preguntó concretamente si había sido abusado, Juan Carlos sintió el gran alivio de decir la verdad. “Eran lágrimas libres, no eran lágrimas de miedo. ¡Estoy libre!”, dijo que experimentó en aquel momento. La revelación vino acompañada de ayuda psicológica y la separación de su abuelo, pero no de una acción judicial. “La relación con él se rompió por completo, pero de ahí se quedó en el baúl, en el silencio”, relató.

Pero el mutismo tenía fecha de expiración y, años después, cuando la familia se preparaba para recibir a un nuevo bebé, Juan Carlos decidió que tenía que hacer algo para que ese niño no corriera su misma desventura. La culpa y la complicidad eran dos cargas que él no quería arrastrar y, en julio de 2009, llamó al Centro de Ayuda a Víctimas de Violación y se orientó. Con el dolor de sus padres, fue a la policía y radicó una querella contra su abuelo. “No lo hice de manera vengativa. Lo hice por prevención, para que no le ocurriera, porque eso para mí era imperdonable. Lo hice más por la prevención que por mí mismo. A mí ya me ocurrió”, dijo. Antes de empezar el proceso judicial, les advirtió a sus padres que escucharían detalles que él no les había contado. “Me he sufrido más la parte de mi familia (que la del tribunal). A mí me ponía grave verlos a ellos sufrir”, afirmó. Una probatoria de ocho años fue lo que recibió Héctor Rivera, gracias a un preacuerdo.

“Yo le hubiera dado cárcel. No creo en la pena de muerte. Con la cárcel basta y sobra y allá adentro se entiende con los de la misma especie”, esbozó. Si no cree en la pena de muerte, tampoco confía en la rehabilitación de los pedófilos. “Por lo menos, el término pedófilo no tiene cura. La cura de un pedófilo es un próximo niño”, articuló y añadió que su abuelo grababa programas en los que aparecían niños, como Barney, “pa verles las nalgas a los nenes”. Aunque no llegó a ser sodomizado, Juan Carlos está seguro de que estaba muy próximo a ocurrir cuando todo se descubrió. “No me sodomizó, pero iba en escalada. Quizás a alguien le parece mínimo, pero si tú multiplicas cinco años por ocho veces que ocurría en un día, llegas a la conclusión de que, ¡diablo!, está fuerte”, analizó. 

Ahora que su abuelo figura en el registro de ofensores sexuales, el aspirante a trabajador social cree que pueden aparecer otras víctimas de su abuelo. “Mi abuelo es un pedófilo”, sentenció.

Primera Hora-Puerto Rico. Tomado  de: https://www.facebook.com/AccuseYourAbuser

martes, 9 de octubre de 2012

EL PERDÓN.



Este escrito lo tome de una increíble y maravillosa página, solo agregué pequeños comentarios de mi sentir; los mismos aparecen entre paréntesis y en negritas... 


"La razón por la que los sobrevivientes del abuso a menudo sienten más ira contra sus madres que contra el propio abusador proviene de la fantasía infantil de que las madres lo saben y lo pueden todo, que se deriva de las primeras experiencias de dependencia absoluta a ellas", dice Carol-Ann Hooper, autora de Mothers Surviving Child Sexual Abuse (Madres sobreviviendo al abuso sexual infantil). "El abuso sexual confronta al niño con la dolorosa realidad de la impotencia, la que es reforzada en el caso de las niñas al ver que sus madres dependen y son dominadas por el hombre agresor". (Para nada te odio madre pero te culpo por la perpetuación del abuso)

Dirigir la rabia a la madre tiene dos propósitos, añade Hooper. Primero: le permite a la hija romper la identificación con su madre, por tanto, con la sensación de impotencia, y sentirse capaz de protegerse del abuso. Y segundo, casi siempre es más fácil dirigirla rabia hacia las mujeres que hacia los hombres. Pero como al final la rabia contra las mujeres es una inefectiva respuesta a la violencia de los hombres, la víctima necesitará redirigir su cólera hacia el abusador, una vez que se sienta relativamente segura para hacerlo.

LA CULPA MATERNA

Hasta ese momento, la mayoría de las madres deben aceptar la culpa que le atribuyen sus hijas, aunque la tendencia sicológica es creer que a menudo no lo merecen. En realidad, no está probado que se hagan las que no ven el abuso. Según las investigaciones realizadas en algunos países, como las del centro Secasa, en Australia, el 73% de las madres actúa cuando se descubre que hay incesto y el 60% emprende acciones preventivas de inmediato. "Hoy las madres son, en gran parte, las que denuncian el abuso infantil a las agencias", señala Hooper.

La experiencia de Naidoo lo confirma. "Pero la reacción inicial de las madres es el shock y la incredulidad, y la negación es una respuesta natural y muy común", apunta. "La hija lo ve como señal de debilidad, y esto provoca rabia y disgusto contra la madre, lo que a la vez le produce sentimientos de culpabilidad". Las madres, por su parte, ven el abuso de sus hijos como un reflejo de su incapacidad para protegerlos. "La mayoría se pregunta: ¿Qué hice mal? ¿Cómo no me di cuenta? ¿Se dirigió él a mi hija porque no me esforcé en el plano sexual?", dice Naidoo.
Las mujeres que han tenido una relación protectora con sus hijos son las que más se angustian y los cuidan, anota Hooper. "Las que anteriormente sintieron cierta hostilidad hacia sus hijos o se sentían sobrecargadas por las responsabilidades con ellos son más propensas a la ira y a no apoyarlos". Tal fue el caso de la mamá de Anette: durante muchos años, tuvo que criar a sus dos hijas sola con su salario de empleada doméstica, hasta que al fin pudo llevarlas a vivir con ella y con el hombre que después las agredió sexualmente. "El se emborrachaba y le pegaba, y después ella también empezó a beber", cuenta Anette. Según Secasa, en el 78% de las familias donde ocurre incesto, la madre también es víctima de violencia doméstica. Su dependencia económica y emocional con respecto al abusador, la falta de apoyo externo y el miedo les impide admitir o revelar el abuso de sus hijas. Hay madres que se distancian trabajando fuera de casa, refugiándose en el consumo de drogas o alcohol, o cayendo en la depresión o la frigidez. (Y el abusador justifica así su atención por las hijas).

"Estas madres están condicionadas para creerle al abusador y no la hija", explica la Dra. Kim McGregor, autora de Surviving and Moving On (Sobreviviendo y siguiendo adelante). Y algunas de ellas, que también fueron abusadas de niñas, se disocian cuando se sienten atemorizadas o ansiosas.

Pero aunque puede entenderse que la hija culpe a la madre, es injusto que la sociedad también lo haga. "Es como validar el mito de que el hombre no puede controlar su sexualidad, así que la mujer es quien debe contenerla. No hay excusa para esto", aclara Hooper.

LA CONFRONTACIÓN

Para curarse y continuar con su vida, es vital que la hija abusada confronte al abusador y exprese lo que siente, ya sea a través de la representación de papeles en la terapia o, más adelante, en la realidad, con ayuda del terapeuta, dice Naidoo. Es igualmente importante que manifieste lo que siente con respecto a su madre y su traición.

Si crees que tu madre se hizo la ciega ante el abuso, lo haya hecho o no, tu confianza, tu imagen de ti misma y tu autoestima quedarán aplastadas, y eso se reflejará en todas tus demás relaciones. (¿Será que entienden algo de esto?) Naidoo recuerda una chica de 20 años que fue a verla porque todas sus relaciones fracasaban. Durante la terapia se descubrió que había sido abusada en su infancia y fue referida a un sicólogo especializado. Sólo cuando logró dejar atrás el fantasma del abuso, sus relaciones volvieron a mejorar.

"Sin confianza ni autoestima, no puedes desarrollar relaciones estables y funcionales", aclara Naidoo. "Si no recibiste el amor y el apoyo incondicional de tu madre, pensarás que no eres suficientemente buena para una posición en el trabajo, para un buen novio, en fin, para nada. El dolor es enorme, y al suprimirlo, estás suprimiendo tus sentimientos en general. Eso alimenta el ciclo del abuso, y sin la ayuda correcta batallarás para sentir amor incluso hasta por tus propios hijos un día".

"Parte de la cura es el perdón, pero sólo una persona en terapia puede decidir si está lista para darlo; si no, pensará que la están manipulando de nuevo", dice Naidoo. La decisión de Anette de reconciliarse con su madre ocurrió cuando supo que estaba embarazada y decidió ir a terapia."Pensé en lo dura que había sido la vida de mi madre, y sentí pena por ella. No podía juzgarla, eso era asunto de Dios. Entonces me dispuse a perdonarla".

Pero el perdón no siempre es posible, y aunque separarte de tu madre y declararte huérfana es doloroso, es mejor que mantener una relación enfermiza. Si tu madre persiste en la negación y la incredulidad, es hora de alejarte para siempre. Ya pasaste lo peor; toma el control de tu vida y ¡vívela! (Lo mejor para mi, solo tienen negación e incredulidad)


Autor: Glynis Horning Cosmopolita
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 de: http://migueladame.blogspot.com/search/label/%C2%BFLOS%20NI%C3%91OS%20INVENTAN%20EL%20A.S.I%3F

HERIDA POR EL INCESTO...


Señor Miguel Adame permitame felicitarlo por tan increíble pagina: A.S.I ¿Nunca Más! y discúlpeme por copiar y difundir algunas de sus historias a través de mi blog... 

Esta es una extraordinaria historia real que describe perfectamente el incesto y como nos sentimos los abusados...

Lo daría absolutamente todo para que cesara esta pesadilla. Esas noches inacabables son una agonía. Son una muerte. Y al día siguiente empieza de nuevo. Podría echárselo en cara a ese desgraciado que se abrocha los pantalones, pero no digo nada. Callo porque soy una niña y porque Renaud, ese hombre que me viola todas las noches y que me presta a todo aquel que me desee, es mi padre”. Quien esto cuenta es Isabelle Aubry, entonces una niña, hoy una adulta de 45 años que nos recibe en la sede de su asociación, AIVI, situada en Maisons Alfort, al sureste de París, y cuyas siglas significan Asociación Internacional de las Víctimas de Incesto. Así que sí, si leen otra vez el primer párrafo, ya lo habrán entendido. La vida de Isabelle está marcada por ese abuso que es mucho más que sexual, marca más, pues destruye desde los cimientos.

“El incesto es que tu papá querido te viola un día y al otro te hace una carantoña”
“No tengo raíces, ni familia, porque los he arrancado de mi vida para protegerme”
Un padre está para protegerte, no para follarte”. Esto es lo que viene a decir esta mujer de pelo oscuro, dicharachera, con rabia contenida aún hoy, tres décadas después de aquel infierno en el seno familiar. “A los nueve años hago por ignorar sus caricias inmundas. Ahora sé que ese escamoteo que hace conmigo mi memoria tiene un nombre: negación de la realidad. El incesto es lo increíble, lo inconcebible, lo imposible convertido en realidad. Es ni más ni menos que vuestro papá querido os viola una noche y al día siguiente os hace una carantoña. No queda más remedio que suicidarse u olvidar”.

Ella eligió otro camino: optó por contar. Ha publicado un libro autobiográfico titulado La primera vez tenía seis años… Se editó en Francia en 2008 y causó impacto en las ventas, 50.000 ejemplares en un año, y en la ley francesa, que se endureció incluyendo el incesto como tal en el Códido Penal. Ahora aparece en España, en Roca Editorial. Todo lo vivido desde sus seis años de mocosa preciosa hasta hoy, con su larga travesía, sus trastornos de víctima, sus preguntas sin respuesta (¿qué hace a un padre incestuoso, por qué el mío lo era?), su empeño en romper la ley del silencio y rehacer su vida, el nacimiento de su hijo o su matrimonio feliz actual, se narra en este libro escrito con poderío por la periodista Véronique Mougin. “Me reuní tres semanas con ella, y fue tremendo, lo pasé fatal”, cuenta. “Tuve que rememorar otra vez aquello. Le mostré fotos, mis diarios, hicimos entrevistas telefónicas… Ella transcribió lo hablado y lo contrastó luego con personas de mi entorno, mi abogado, mi vecina Françoise Abeille, que fue la que desveló todo al enterarse de lo que me sucedía y provocó la denuncia a mi padre”.

Y ahí están los detalles y las etapas de su vida expulsados como un vómito en cada página: “Siguiendo sus órdenes, aprendo a dar variedad a sus placeres. Lo primero, a chuparle el sexo. El asco me provoca arcadas…”. “A los 14 años soy una adolescente dividida en dos mitades, una está muerta y la otra sólo sueña en vivir a fondo”. “Al volver a casa de madrugada, tras las orgías, está cansado y nuestras relaciones son menos frecuentes. Soy yo, pues, quien lo empuja a ellas cuando no ocurren por iniciativa suya… La peor pesadilla es acostarme con mi padre… antes diez tíos que él”. Y así.

Y no es sólo lo que Isabelle sufre, sino lo que los demás no aprecian, no quieren ver u oír. “¿Mi madre? Ah, mientras escribía el libro, Véronique me pedía: ‘Por favor, dime algo para dotar de vida a tu madre, darle sentido’. Y yo no tenía nada, ni detalle ni gesto. Ella es el fantasma de mi primera infancia”. Tan rico, intenso y directo es su relato, que a través de él, de su historia, se podría dibujar una suerte de apuntes-retrato robot del incesto.

Uno. La víctima no suele hablar. Y eso hizo ella durante años, callar. Hasta los 14, cuando ya lo sabía todo sobre sexo, había pasado por manos de cientos de hombres y participado en mucha orgía en cama ajena. Hasta que Françoise, que sospechaba, le preguntó un día: “Isabelle, ¿tu padre hace cosas contigo?”. “Sí”, contestó ella. “Ya lo he dicho. Y el mundo no se ha hundido. Y no me he quedado muerta de repente. Pero no tardaré en morir. Cuando mi padre se entere de que he revelado nuestro secreto me matará con sus propias manos”, escribe.

Dos. El agresor es padre, tío, madre… Si ellos te quieren, será así, se vienen a decir las víctimas. “Así que me quiere mi padre, o eso creo yo. Se masturba sobre mí y me roba la infancia, pero si lo hace es porque me quiere. Así me lo dice y estoy convencida de ello”.

Tres. Incesto es una palabra oculta la mayoría de las veces y/o sustituida bajo la expresión de “abusos sexuales a menores”Descubrir el incesto es difícil no sólo porque muchas veces no hay daño físico visible ni síntomas psicológicos diferenciados, sino porque se presenta bien enhebrado al tabú del sexo, al escándalo social, a la implicación emocional, al silencio del agresor, la victima, los familiares… Ocultación. Aislamiento. “Algo que no sucede con los abusos por parte de alguien externo; si es así, los tuyos se volcarán en protegerte…, pero si el agresor es tu pariente, entonces la víctima está completamente sola”, subraya Aubry.
Además, sobre abusos hay estadísticas. Sobre el incesto puro y duro, apenas. Se sabe que el perfil occidental de la víctima de abusos es, en el 80%, el de una niña de 6 a 15 años; el agresor, un varón (86%); se trata del padre (39%) u otro familiar (30%, ver ICEV. Revista d’Estudis de la Violència, 2008). Y que entre un 20%-25% de mujeres y un 10%-15% de hombres españoles confesaron en diversos estudios haber sufrido abusos sexuales en la infancia“Hablamos de un problema más extendido en la sociedad de lo previamente considerado”, escribía la psicóloga Noemí Pereda, de la Universidad de Barcelona, en 2009. Aubry lo comparte. Y según la fundación canadiense Marie-Vincent, “el 90% de los incestos son ignorados”.

En el pequeño espacio para las visitas del local de AIVI tomamos café y comemos pizza, e Isabelle cuenta cómo su progenitor ejerció con ella (ejecutó, cabría decir) los tres niveles del incesto: “El primero, me usó para sí como objeto sexual; segundo, me utilizó como objeto para tener acceso a otros, para conseguir a otras mujeres, ofreciéndome a mí a cambio a sus maridos, y tercero, además me convirtió en lucrativa, me vendió directamente a otros por dinero como mercancía”.

Cuatro. Del padre protector, al padre como amenaza. Y cita, al hilo, un caso actual pendiente de la justicia con 66 inculpados: “Cambiaban a los niños y los vendían por ruedas o radios; eran moneda de cambio, es decir, que el agresor no ve al niño como su niño, sino como objeto… Yo me sentía en ese lado, y estar ahí es abominable. La percepción del otro se reduce a eso. Como algunos hombres con sus mujeres, que las creen su propiedad. Es un problema de poder, claro, un abuso de poder siempre. Como elcaso Fritz, en Austria, que encerró a su hija 24 años y le hizo siete hijos…”.

Cinco. La víctima de incesto se siente culpable de lo que le sucede. “Como soy una niña encantadora, una niña tan guapa, su hija querida, soy culpable de que él me ame demasiado, de que me ame tan mal. Mi gran error es vivir”, sigue el libro. Y ahí quedan descritos los hechos, terribles; la denuncia, tan costosa; el juicio, inenarrable; las charlas con expertos, frustrantes; las relaciones familiares, rotas; las amorosas, dañadas; el psicoterapeuta que le enseñó a respetarse; su vida abocada a la prostitución en París…

Seis. Los agresores no tienen perfil psicológico común. A la pregunta: “¿Cómo pudo suceder?”, ella responde: “Mi padre era un perverso”. A la de dónde se produce el fallo, ¿en la educación, la moral…?, Isabelle dice: “Conocí bien a mis abuelos, normales, trabajadores, atentos…”. Y advierte de los mitos sobre el incestuoso. Como que es un enfermo. “La psicóloga Marie-Pierre Milcent, en Canadá, investigó este factor en agresores y concluyó que son padres igual que los demás, buenos padres, responsables, cariñosos”. Y sigue: el incestuoso no sufre de pulsiones irresistibles, no pierde el control de sí, pues el incesto se ejecuta gradualmente; no es accidental, sino planeado; y no distingue de clases sociales. “Puedo asegurarte, con las víctimas que he visto, que ocurre en todo nivel. Incluso muy alto, en políticos, y ésa es gente muy herida”. Pero, sobre todo, afirma, es inadmisible la idea del niño como provocador o consentidor, ese típico ‘algo habrá hecho’ envenenado. “No es lo mismo violación, agresión o abuso sexual que incesto porque, por la relación afectiva, el menor no se resistirá al adulto, no tiene capacidad de hacerlo y tampoco de detectar el bien o el mal en lo que le pasa, al menos hasta que crezca y sepa, si es que no lo ha borrado de su memoria por negación”.
Isabelle fue violentada por su progenitor durante dos etapas, de los 6 a los 10, y luego, en la adolescencia. Con momentos como éste, a los 12 años, cuando él decidió que era hora de desvirgarla. “…Se coloca sobre mí. Negrura infinita… No recuerdo si sentí dolor, no recuerdo si lloré. Sé que no me resistí. Igual que si me hubieran partido en dos; mi cuerpo a un lado, mi cabeza al otro. Así dejé que Renaud Aubry me asesinase en su gran lecho azul. Le obedecí porque yo era su hija y él mi padre… Y durante dos años y dos meses mi padre no se detendría”. Un sufrimiento inmenso que puede durar años sin que nadie lo aprecie o intervenga y actúa como una red de arrastre, todo lo arrasa. “Únicamente un 20% o un 30% de las víctimas de abuso sexual infantil permanecerían estables emocionalmente tras esta experiencia”, concluía la psicóloga Pereda.

Siete. Es imprescindible romper con la familia tóxica para salir adelanteSí, otro dolor más. La relación de Isabelle con los suyos hoy es nula. “A menudo estoy muy mal. No tengo raíces, ni familia, porque los he arrancado de mi vida para protegerme, pero el luto que llevo por mi madre es atroz... Cada día hago un esfuerzo para borrar este vínculo, este amor que siento por ella”, escribe. Y le ha quedado como herencia una gran inestabilidad emocional, un trastorno bipolar, etapas de manía y depresión que la llevan a tratamiento y psicoterapia continua. “Mi ansiedad, mis miedos rondan ahí…”. ¿Y su padre? Fue juzgado y condenado a seis años, pero apenas cumplió la mitad; luego se casó, rehízo su vida. “Nunca me pidió perdón”. Él día que murió, en 2004, ella descorchó una botella de champán y brindó.

“He necesitado mucho tiempo para limpiarme y aun así me siento sucia”. Quizá por eso al leer el manuscrito del libro la primera vez montó en cólera: “No podía dar crédito a la imagen que se daba de mí misma… Entré en shock y lloré”. Pero lo asumió. Y cambió cosas: “Corregí expresiones, no me gusta llamar puta a una mujer, aunque se prostituya, es degradante”. Isabelle renació hace 35 años cuando habló por vez primera con otras víctimas: “Fue una revelación”. Por eso creó AIVI. Para hablar. Para poner palabras justas al asunto concreto. “Concedámonos la palabra” es su lema. En AIVI orientan, redirigen a afectados a psicólogos, juristas, centros… Y sensibilizan, proponen campañas, medidas de prevención. “Todas ellas pasan por una: información. Los niños deben saber; los profesionales también, y estar formados para detectarlo. Sabemos más ahora sobre violencia doméstica y pedófilos, pero nada sobre el peligro que pueden llegar a representar algunas personas cercanas”.

Y proponen estudios, sondeos científicos, rastrean lo que hay fuera: “Prácticamente nada en Europa; algo en Canadá y EE UU. Queremos datos, porque sin datos, ¿cómo actuar?”. Isabelle hasta anduvo tras Sarkozy para darle detalles tipo: “Mire usted, que en EE UU publican las consecuencias crónicas del incesto en la salud… Y con esos datos se consigue financiación para prevención, porque míreme a mí, en terapia, improductiva, cuesto dinero público… Si hubiera sido atendida de pequeña y separada de mi familia, hoy no sería así...”. Sarkozy no la recibió, pero la nombró Mujer del Año 2007. “Seguiré tras él”, se ríe. Y enseña los folletos de los congresos de AIVI en 2008 y 2009,Atender a las víctimas Ser padre después del incesto, donde trataron su repercusión en la vida conyugal, qué sucede al tener hijos –ese miedo de toda víctima a acabar convertida en agresor– o si existe transmisión generacional. Buenas preguntas para un terreno minado. Romper el silencio será el lema de este 2010.

Hoy la vida de Isabelle está, con altibajos, en orden. “Dentro de un orden”, matiza. “Tengo un marido y un hijo adorables, y no estoy mejor ni peor que hace una década, sino diferente. Digamos que soy optimista realista, y que tengo motivaciones egoístas, sí: la asociación y esta lucha me permiten seguir, y la fuerza me la dan esos niños que… Mira, imagina una clase de una escuela, cualquiera… Te aseguro que en ella hay menores que están sufriendo ahora mismo este problema. Muchos. Y muchos callarán”. ¿Cuántos? nadie lo sabe a ciencia cierta.

LOLA HUETE MACHADO 21/03/2010 el país.

sábado, 6 de octubre de 2012

Niñas o niños que abusan sexualmente.



El abuso sexual contra los niños y las niñas, sea quien sea que lo cometa deja en los niños y las niñas, profundas y dolorosas secuelas. 

 Al interior de la familia nuestros niños y niñas corren enormes peligros y por razones de edad, son vulnerables y dependen de sus abusadores, quienes en su mayoría son hombres. Y aunque se conocen más víctimas niñas que niños, ambos están expuestos/as a ser abusados/as, por su gran vulnerabilidad. 

Las secuelas del abuso sexual pueden variar, dependiendo de la edad, características del abuso, edad de su inicio, vínculos con el abusador, la respuesta familiar y estatal, entre otras. Siempre es destructivo, deja secuelas a corto y largo plazo, las que intervienen en su sano desarrollo cognitivo, emocional y conductual. 


 En los últimos quince años, en América Latina, y la sociedad civil y más recientemente el Estado se ha dado a la tarea de hacer conciencia de que el abuso sexual existe, es dramáticamente frecuente, que contamos con pocas medidas de protección y prevención y escasas capacidades institucionales para proveer recuperación. La tarea no ha sido fácil, y cada país reacciona de distintas formas de acuerdo con su capacidad democrática, desarrollo en el área de salud, de educación y respeto a los derechos humanos de los/as niños/as. 

El problema 
Al empezar a conocer mejor el problema del abuso sexual infantil y por lo tanto generarse capacidad para hacer prevención y diagnóstico temprano, nos encontramos ante otra situación no menos dolorosa. Y es que muchos de estos/as niños y niñas que fueron abusados/as sexualmente y cuyo desarrollo armónico fue impactado en todas las áreas, incluyendo la sexual, pueden repetir en forma reactiva el abuso sufrido y abusan sexualmente a otros/as niños/as. 

El incremento en el conocimiento público sobre el abuso sexual infantil y sus secuelas tiene que ver con el dramático aumento en el número de casos reportados, el interés de los medios de publicidad, las organizaciones no gubernamentales, el activismo de sobrevivientes adultas y adultos, entre varios otros factores. Sin embargo, el abordaje de niños/as reactivos/as sigue siendo un enigma. 

Estos estudios sobre abuso sexual nos enseñaron otras lecciones. Hemos aprendido que los perpetradores del abuso sexual no son solo adultos o sólo hombres, sino también adolescentes, niños y niñas, que han perpetrado actos sexualmente abusivos contra otros/as niños/as.

Las secuelas 

Nuestra comprensión del trauma causado por la victimización en la infancia y sus efectos a corto y largo plazo está apenas investigándose en América Latina. Sin embargo, publicaciones relacionadas con los efectos del abuso sexual en la infancia, indican que las víctimas experimentan una compleja y variada respuesta (Batres, 1997). 

 Los/as niños/as reaccionan, procesan e integran su victimización según una gran cantidad de variables. Sus reacciones pueden ser obvias o estar ocultas, pero siempre se presentan. Algunas son transitorias y otras permanentes, y que sin intervención suelen durar toda la vida.  Por eso debemos ir a la cabeza con métodos nuevos para enfrentar los efectos posibles en los/as niños/as victimizados/as. (Ballester-Pierre, 1995). 

En la medida que hemos afinado nuestra capacidad para diagnosticar en edades tempranas el abuso sexual, al mismo tiempo que desarrollamos metodologías específicas para tratarlos, también nos fuimos encontrando con una realidad que históricamente habíamos negado y que no resulta menos preocupante: esta es la que niños y niñas que fueron abusados/as sexualmente pueden reproducir estos contactos abusivos en forma reactiva, cabe señalar, se convierten en abusadores/as de otros/as niños/as después de que han sido víctimas por parte de otros/as niños/as, adolescentes o adultos/as. 

 La revelación o la discusión del abuso sexual en niños y niñas, ha sido siempre un tema tabú; sin embargo, ocurre desde hace mucho tiempo y el no tratar el tema abiertamente no hace otra cosa más que aumentar las consecuencias negativas para quienes han sido víctimas como las que abordo en el manual de mi autoría. Es hasta hace muy poco que en Latinoamérica se ha incrementado la conciencia para denunciar el abuso sexual contra los las niños/as y se han apoyado dichas denuncias con estadísticas que revelan prevalencias alarmantes. 

Victima / victimario 

Sin embargo la confirmación de que niños y niñas cometen conductas abusivas sexualmente contra otros/as menores no es por supuesto un asunto fácil de comprender y mucho menos de tratar. El desafiar los paradigmas tradicionales y aceptar que niños y niñas también abusan, ha creado una situación compleja Si bien el objetivo de una pronta intervención es interrumpir la evolución y repetición de la ofensa sexual. Ya sea para fines jurídicos, diagnósticos o terapéuticos, el papel simultáneo de -victima y ofensor, nunca ha sido una situación sencilla de comprender y requiere una intervención por demás específica. Además, no es posible aplicar los mismos criterios de evaluación que se emplean para los/as adultos/as y adolescentes. 

Para efectos de este artículo: El abuso sexual reactivo se refiere a conductas sexuales abusivas hacía otros/as niños/as que han sido previamente abusados/as sexualmente.       

Se entenderá que el comportamiento sexual inadecuado en niños y niñas es aquel que está dirigido hacia otros/as niños/as, ya sean hermanos/as u otros/as niños/as que compartan una residencia, compañeros/as de escuela o algún grupo, u otros/as niños/as en situaciones que no son recíprocas o exploratorias y que implican una diferencia de edad y/o poder (Batres 2003, Ballester Pierre ,1995). 

La frase niños/as que abusan en forma reactiva fui acuñada por el personal del Instituto de los Niños, cuando iniciaron en 1985 en Estados Unidos, sus programas (Batres, 2003, Gil, 1993). La frase refleja el concepto que los/as niños/as que han sido abusados/as sexualmente, reaccionan al trauma temprano que produce el abuso sexual, en forma abusiva, y sexualmente inapropiada La hipótesis es que muchos niños y niñas que abusan fueron anteriormente víctimas. 

 Johnson en 1988, condujo una investigación con niños que abusan y encontró que el 49% fueron abusados previamente. Esto nos dice también que no todos los/as niños/as abusados/as sexualmente repiten la conducta.   En cambio el estudio de niñas que abusan, que es menor que la de los niños, en la experiencia clínica de Batres (2004) y Johnson  (1998) reportan que el 100% de las niñas estudiadas habían sido abusadas previamente.  

Algunos autores como (Ryan y Lane, l997, Batres 1999) también toman en cuenta el factor poder y consideran que hay abuso, aunque se dé entre niños/as de la misma edad, cuando alguno tiene menos poder y esta situación se utiliza para forzar el abuso. Por ejemplo, el poder puede darlo el tamaño físico, o la pertenencia a una pandilla, la preferencia o credibilidad por parte de algún/a adulto/a, la posesión de mayores recursos económicos, hacer uno o varios eventos para ridiculizar públicamente a la futura víctima y amenazarla con repetirlo, entre muchas otras acciones.