sábado, 11 de agosto de 2012

¿POR QUÉ NOS LLAMAMOS "SOBREVIVIENTES”?


Quienes hemos vivido abuso sexual en nuestra niñez nos llamamos “sobrevivientes”. ¿Por qué?

Lo primero es mencionar una de las diferencias cruciales entre la violación sexual que sufre una persona adulta y el abuso sexual que sufrimos siendo niñas y niños. En la mayoría de los casos de la violación a una persona adulta el violador huye después de cometer su delito y deja a su víctima abandonada. Muchas veces la persona violada nunca jamás vuelve a ver a su agresor o, si la Policía lo captura, lo reencontrará en el Juzgado, donde si el juez aplica la ley será condenado.


En la mayoría de los casos de abuso sexual en la infancia, la situación es muy diferente: el abusador vive, con frecuencia, en la misma casa de su víctima y se presenta ante ella, por la posición que ocupa en la familia, en diferentes momentos y con caras diferentes.



En mi caso, mi padre, que abusaba de mí, se me presentaba a menudo como un padre preocupado por el bien de sus hijos, cariñoso con sus hijos y conmigo. En otras ocasiones miraba en él el rostro, la mirada del abusador. Para superar esa dualidad, desarrollé un sistema de alerta permanente. Todo mi cuerpo se ponía tieso, en alerta, cuando él regresaba del trabajo y trataba de esquivarlo, de no encontrarme con él.



Niñas y niños abusados por familiares no tienen casi nunca la opción de huir de su hogar para impedir más abusos. En muchos casos, tampoco tienen confianza con otros adultos o adultas de la familia o de fuera de ella para contarles lo que les pasa. La sexualidad es un tema tabú. De “eso” no se habla, no se debe hablar. Además, sienten vergüenza, pena y culpa por haber sido víctimas de “eso”, que a menudo no logran entender. Por eso tienen que “arreglárselo” sólitos, buscar cómo (sobre)vivir, una opción que nunca debería existir en la tierna vida de una niña o un niño.



En mi caso, yo “empaqué” mis experiencias del abuso sexual en pesadillas. Más adelante, durante mi adolescencia, empecé a beber. Por suerte, no llegué a ser adicta al alcohol y logré dejarlo. Tomaba pastillas para dormir profundamente y para no sentir nada. Me comía las uñas. Traté de buscar a personas de confianza para poder hablar con ellas, pero nunca entendieron las señales que les daba y no logré romper el silencio.



Otras niñas abusadas, también niños, tratan de “abandonar su cuerpo” mientras el abusador actúa. Sienten así que no son ellas quienes pasan por eso, sino otras. Otros niños y niñas tratan de olvidar lo que les pasó, pero sólo en sus mentes pueden lograrlo, porque el cuerpo nunca olvida, lo graba todo; de todo guarda huellas y eso se traduce en dolores de cabeza, en gastritis, hasta en enfermedades crónicas.



La tristeza de quienes hemos sufrido abuso sexual en la infancia también puede conducir al suicidio. Yo traté varias veces de suicidarme, creyendo que no tenía derecho a vivir. Cuando pensaba esto, no sabía a qué se debían estos sentimientos porque no recordaba el abuso, que había ocurrido siendo muy pequeña. Había “olvidado”. Por suerte sobreviví a mis intentos de suicidio, mis “angelitos” y los médicos me salvaron. Pero son muchas las personas que no sobreviven y se llevan su secreto a la tumba.



A veces me pregunto si los abusadores experimentarán algún sentimiento de culpa al saber que sus víctimas se han suicidado.



¿Cuántas personas en un hospital psiquiátrico son sobrevivientes y no logran hablar sobre el abuso que sufrieron y, en vez de lograr romper el silencio, reciben medicamentos que les sedan aún más, lo que les mata los recuerdos o se los mantiene en una nebulosa? ¿Cuántas personas adictas al alcohol o a otras drogas son sobrevivientes y tratan de “resolver” sus problemas en la vida cotidiana con esas dañinas adicciones? 

El dolor emocional ante lo que hemos sufrido puede llegar a ser tan fuerte que tratamos de cubrirlo con dolores físicos que nosotras mismas nos causamos. Yo me he cortado muchas veces mis manos con cuchillas, me he quemado la piel con cigarrillos encendidos. Trataba de aliviar de esta forma un dolor emocional que no sabía cómo superar. Cuando entendí de dónde venía ese dolor y dejé de lastimarme, el dolor físico empezó a ceder. Hoy he aprendido cómo superar los dolores emocionales y mi cuerpo me lo agradece.



Otra forma de sobrevivir es minimizar el abuso, decirse a una misma: “Esto le pasa a todo el mundo, no es para tanto”. Escuchamos este “consuelo” decenas de veces en los talleres que hemos dado enseñando a mujeres sobrevivientes de abuso sexual cómo formar grupos de apoyo mutuo para sanar estas heridas. Muchas participantes que reconocieron por primera vez en su vida el abuso sexual que habían sufrido en su niñez, lo dijeron así: “Yo pensé que así era, que así tenía que ser”. Creerlo es su forma de sobrevivir.



Las sobrevivientes y los sobrevivientes de abuso sexual somos personas tan adorables como cualquier otra, con todas las capacidades humanas para vivir a plenitud. Y muchas de nosotras no sólo sobrevivimos, sino que ofrecemos a otras personas la experiencia adquirida en el proceso de sanar. Abrimos ventanas y puertas a otras personas que han sufrido lo mismo que nosotras. Romper el silencio es el primer paso. Nadie está sola, ninguno está solo en su sobrevivencia. Somos muchos. Y es grande el orgullo que sentimos por haber sobrevivido.

*Soy sobreviviente".

Aguasbravas_nicaragua@yahoo.com - 
Teléfono: 2510110.

hablemosde.abusosexual@mail.com
yotecreo@gmail.com

2 comentarios:

  1. "A veces me pregunto si los abusadores experimentarán algún sentimiento de culpa al saber que sus víctimas se han suicidado"

    Yo simplemente me pregunto si sentirán alguna culpa,pero de ser así no lo repetirían una y otra vez...

    Desde que comencé a informarme sobre las consecuencias del abuso tengo un sabor amargo,por todos aquellos que no lograron sobrevivir,que sumidos en el silencio y la desesperación buscaron dejar de sufrir sin saber que se puede sanar.

    También me queda el sabor dulce de la esperanza,de la gente que me acompaña en mi camino y me ayuda con su experiencia,muchos ya han recorrido el suyo y se que es posible...

    Yo también soy sobreviviente.

    ResponderEliminar
  2. Eres sobreviviente y muy valiente bella... Sigue adelante...

    ResponderEliminar